Capítulo 8: Atentamente Emiliano.

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NARRADOR

Mientras cortaba las hojas secas de sus rosales color carmesí y las hojas de un verde limón intenso, rondaba en su cabeza las palabras que el rizado le había dicho aquella tarde en el hospital;

"Conserva la carta, cuando te sientas listo ábrela. Solo te advierto que se irá a trabajar unos meses a Londres en un par de semanas"

Lentamente como esperando a que algo lo interrumpiera, Diego sacó de su bolsillo el sobre finamente sellado con la letra de Emiliano que el ojiverde reconocía incluso aunque decidiera borrar de su memoria todo aquello que perteneciera a aquella persona que él pensaba, era el amor de su vida.

Con lágrimas en los ojos, las palabras de su amado penetraban en su alma como balas de plata en el corazón. Y se permitió llorar como el primer día sin él, sabía que tenía que tomar una decisión y si pensaba que las cosas eran difíciles antes, no sabía la encrucijada en la que estaba metido ahora.

TEMO

-Hoy la noche va con música de fondo...Ahora quiere que le baile pegadito por favor DJ póngame un danzón...- Canturreó Vale moviendo sus manitas mientras coloreaba de forma alegre en la mesa del comedor.

-Así que tu papá Ari estuvo poniéndote su música ¿Verdad?- asintió- ¿Y se puede saber por qué estás tan alegre?

-Porque por fin regresaste del hospital papi, te extrañé mucho- respondió de forma sincera sin despegar la vista de su dibujo.

-Y yo a ti princesa, pero ya sabes, tengo que ir por mi medicina para sentirme mejor- Vale me miró con confusión como tratando de formular una pregunta importante.

-Pero si es para que te sientas mejor ¿Por qué siempre que regresas de doctor te sientes peor que cuando te fuiste papi?- ¡Vaya! Cuanto había crecido Vale o tal vez era que había heredado ese sentido perspicaz de su madre. El silencio reinó en la mesa por unos segundos mientras su pequeña y tierna mirada me observaba con impaciencia por una respuesta.

-Lo sé hermosa, es difícil de explicar. Veras, a veces las personas tienen que hacer cosas que no le encantan para solucionar un problema mayor- expliqué esperanzado de que fuera una respuesta convincente para su corta edad.

-¿Algo así como un sacrificio?- asentí. Se quedó en silencio hasta que de pronto habló.- Yo no quiero crecer papá, quiero que mi papá Ari y tú estén siempre conmigo- Esas palabras que procedían desde su inocente corazón formaron un nudo en mi garganta.

-¿Por qué lo dices mi cielo?

-Porque no quiero que ninguno de los dos se vaya al cielo con mi mami, ¿Verdad que ninguno de los dos se va a ir, papi?- Sus palabras me habían dejado inmóvil y sin saber que responder.

-Escúchame Vale, nadie puede prometerte que no se ira jamás de tu vida, ni siquiera tu papá o yo, pero si puedo prometerte que haré lo que esté en mis manos para quedarme el mayor tiempo que pueda a tu lado y lucharé hasta el último por eso ¿Lo entiendes?- No dijo nada pero en cambio recibí un cálido abrazo que tomé como una respuesta afirmativa.

Mientras la tomaba en mis brazos me pregunté si sería capaz de cumplir mi promesa al pie de la letra.

ARISTÓTELES

Temo dormía plácidamente acurrucado en la almohada. Hasta cierto punto me sentía aliviado cuando dormía porque por lo menos así no sentía tanto dolor, últimamente cuando estaba despierto pasaba buena parte de su tiempo encerrado leyendo o en sus peores días vomitando por la quimioterapia. No era algo que me agradara ver pero sabía que tenía que estar ahí.

TE AMO: Hasta el final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora