Día setenta y ocho

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No visité ayer tu tumba ya que estaba asustado. Y apenas me di cuenta de eso. No te he visitado desde el funeral y la culpa me está comiendo más que nunca. Me siento terrible. Me siento completamente terrible. Fui muy egoísta. Siempre he sido muy egoísta. Siempre he pensado en mí mismo en lugar de ti. Así que aquí estoy, sentándome junto a tu tumba, con lágrimas deslizándose por mi cara.
Las flores están frescas, hay docenas de ellas, Kookie. Las personas te aman, yo sólo traje un girasol, estoy seguro que es suficiente. No quería opacar el lugar, pero viendo estas diferentes flores hacen ver la mía patética. Te la dejé de todos modos, justo al frente.
Siempre supiste que amaba los girasoles, pero creo que jamás llegué a contarte el motivo... un día encontré una historia muy hermosa sobre ellos y desde entonces fueron mis favoritas.

La leyenda habla de una ninfa llamada Clytie que se enamoró del dios de la luz, Apolo. Lo amaba tanto que lo seguía desde que salía del palacio hasta que llegaba al atardecer, por el oeste, estaba tan enamorada que se olvidó de comer y beber. Pese a todo eso, Apolo nunca le hizo caso. El tiempo pasó y la ninfa comenzó a echar raíces hasta convertirse en un girasol, una flor que hasta el día de hoy sigue enamorada del sol.

El girasol simboliza lealtad, fidelidad y amor eterno.

Kookie aquí frente a tu tumba te juro amor eterno, incluso después de la muerte siempre te amaré.

Mi plan era quedarme ahí. Con unas cuantas cobijas y una botella de vino rojo. Siempre ha sido tu preferido, ¿no Jungkookie?

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Desperté sentado al lado de tu tumba, sólo me he dado cuenta que me he emborrachado demasiado anoche que me desmayé en el césped. Debes estar avergonzado de mí.

99 días sin ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora