Día uno

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Desperté esperando encontrar tu cabellera negra en la almohada de un lado, pero cuando me di vuelta, la cama estaba vacía. Y no había rastro tuyo por ningún lado. Al principio lo ignoré, diciéndome a mi mismo que probablemente estabas preparando el desayuno o duchándote. El silencio en todo el apartamento debió advertirme y me disculpo, porque no le tome importancia alguna.

Debí haberlo sabido, debí haberlo detenido.

Cuando finalmente me levanté de la cama el silencio en la casa me puso nervioso y mientras te buscaba en cada rincón del apartamento los nervios comenzaron a hacer efecto en mi, me sentía mareado y mis piernas se debilitaban con cada paso que daba. 

Pero caí sobre mis rodillas cuando te encontré.
Lloré. Lloré mucho a decir verdad. Mis ojos se lastimaban por las ventosas lagrimas y mi corazón latía con fuerza. No te culpo de verdad.
Me culpo a mi.

Se que no puedo desear no haber vivido aquel día y también se que no puedo olvidar la imagen de tu frío e inmóvil cuerpo yaciendo en el suelo. Me persigue cada día y cada noche. Hice la única cosa que sabía que debía hacer, llame a la ambulancia.  Ellos llegaron al apartamento en un par de minutos, cargándote lejos, alejándote de mi. Era incapaz de moverme, al igual que los chicos, habían llegado después de pedir la ambulancia. Namjoon fue quien condujo detrás de la ambulancia mientas que yo silenciosamente lloraba en la parte trasera del auto.

No quería creerlo.

99 días sin ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora