Instantes. Ya faltaba muy poco para comenzar la presentación. La nueva dueña de la planta, orgullosa de su nueva, exótica, y rara adquisición, había invitado a todos sus amigos, a todos sus conocidos e incluso algunos de sus enemigos, para disfrutar del singular espectáculo. La Flor de Jade, la joya de las flores —anunció ella—. Aseguraba que su aroma otorgaría a todos sus invitados una paz interior que se asemejaría a la de un bebé durmiendo. Según había leído, todo aquel que es acariciado por su fragancia es bendecido de por vida. Eso estaba escrito en los viejos manuscritos, eso es lo que un historiador amigo suyo le había afirmado, y eso era lo que ella creía por encima de todo.
El mayordomo indicó al servicio dónde debían montar las sillas; el cocinero se encargó de los aperitivos y la decoración de los platos; también se preocuparon de que todo estuviera impoluto. La señora de la casa había decidido aprovechar el buen tiempo y celebrar el acontecimiento en su amplio jardín, cerca del resto de sus maravillosas plantas y sus hermosas flores. Aunque ninguna se parecía ni se parecería jamás a La Flor de Jade.
La luna sonreía con cierta ironía por encima de las cabezas de los invitados y los anfitriones. Un amarillo anaranjado le otorgaba un brillo especial, que reverberaba sobre las superficies de las ventanas, la vajilla de plata, y los charcos y fuentes rebosantes de agua que rodeaban el jardín. Unas nubes se deslizaron con disimulo por el cielo estrellado y camuflaron el precioso y malévolo color de la luna. Los árboles danzaron, las plantas se curvaron, los manteles ondearon al ritmo del viento y las miradas de todo el mundo se dirigieron hacia el capullo que estaba a punto de florecer.
¡Ooohhhhh!
¿Quién podía resistirse exclamar ante tal belleza? La flor se tambaleó suavemente, hasta que una tira mi fina y casi imperceptible de un polvillo de tonos lila verdoso se escapó de su interior. Los pétalos se estiraron igual que los brazos de un niño al despertarse, y cambiaron de color como por arte de magia. Primero negros, luego verde pistacho, enseguida amarillos y acabaron siendo rojos como el carmesí de las cerezas maduras. El corazón de la flor se endureció y cuatro antenas, repletas de polen, brotaron y crecieron de inmediato, hasta que alcanzaron un palmo de largo y explotaron haciendo un ruido bufado. El polen se esparció hacia todas direcciones.
¡Oooohhhhh!
De nuevo los presentes no se podían creer lo que estaban viendo. Algunos se frotaron los ojos, otros se pellizcaron, a una se le cayó la cámara de fotos al suelo y a otro se le resbaló la copa de vino manchándose la camisa. De pronto, la flor comenzó a girar; primero hacia la derecha y luego hacia la izquierda, como si intentase contonearse para hipnotizar a los espectadores. Y lo conseguía.
La luna seguía iluminando tétricamente la flor y su colorido espectáculo; la señora de la casa estaba anonadada, orgullosa de lo que había conseguido al comprar la flor, no se arrepintió ni de un céntimo de lo que había gastado, ni en euros, ni en libras esterlinas; los invitados sólo sonaban como animales salvajes que les dan de comer. ¡Oooohhhh! ¡Aaaahhhhh! ¡Eeeehhhhh! Produciendo ruidos y sonidos difíciles de reproducir e incluso imaginar. La Flor de Jade les había atrapado, con cada mota de polen que soltaba cosechaba exclamaciones, y con cada tono de color que se le transformaba conseguía admiraciones. La flor más bella del mundo, la joya de las flores.
Hasta que el espectáculo terminó y la hermosa flor se marchitó. Demasiado bueno para durar demasiado, demasiado bello para ser admirada eternamente. Aunque nada malo sucedió. Al terminar la velada los invitados regresaron a sus casas, el servicio recogió los restos, el mayordomo impuso orden en el desorden, y los señores de la casa se retiraron a descansar. Nadie desapareció sin motivo alguno, ni nada se movió de su lugar sin explicación.
Pero… lo que nadie sabía, era que las leyendas siempre contienen una parte cierta y otra parte incierta entre las líneas de las que son narradas. Y como casi siempre ocurre, esta leyenda también tiene su parte oscura; aunque puede que haga falta el paso de cuatro generaciones, o quizás de seis, para averiguar que las raíces de la flor marchita que se plantaron en el precioso jardín inglés, no harán más que tejer una enorme telaraña de entrañas oscuras por todo el subsuelo. Para que algún día… la tierra se alce para tragarse todo lo que descansa sobre su superficie, bajo la atenta mirada de una luna amarilla.
Pero eso sólo es un “quizás”…
FIN
Próximamente: El feto.
¿Niños robados? ¿Cría industrial? ¿Asesinato en masa? Descubre el secreto que oculta una organización sin escrúpulos, en la siguiente novela de Alexander Copperwhite… Fecha de publicación: 2015
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La flor marchita
Mystery / ThrillerRelato de misterio y terror. En la antigüedad, los alquimistas chinos encontraron la manera de crear una flor que cumpliría sus mayores deseos. La flor de jade. Pero también descubrieron que, como era de esperar, quien no supiera criar bien dicha fl...