T Ï M Ï D Ö [ÜsäMëx]

3. Lluvioso

Bostezo, y se levantó de la cama.
Abrió un poco la persiana de su oscura habitación, dándose cuenta que era otro día. Otro mal día. Bueno, al menos estaba lluvioso, señal de que dormiría todo el día.

Se acercó al espejo, inspeccionó su cabello rubio desordenado y como ya las ojeras se veían menos, traía la pijama, que era unos pans negros algo entallados y una camisa de manga larga que decía "I hate my life", se acercó a la cama para volver a dormir, pero algo lo detuvo...

El timbre de la casa sono.

El angloparlante chasqueo la lengua y arrastró sus pies con pantuflas de ositos hasta la puerta, para abrirla.

—¡Ey!—Le mostró las bolsas que cargaba.

A Usa casi se le salía el corazón de tan fuerte que le latía.

—¿Me vas a dejar entrar?—Arqueo una ceja.

—¡Oh y-yes!—Le abrió y oculto la mitad de su enrojecida cara detrás de la puerta.

—Perdón por no avisarte que te visitaría, pero no pude evitarlo, ¡el día es perfecto para ver películas!—Sonrio alegremente.—Am... ¿La cocina?

—E-Esta por alla—Señalo una puerta.

El latino entro en ella y salio con platos.

—Por cierto, que bonitas pantuflas, ¿Dónde las conseguiste?.

Los ojos del rubio chico se abrieron a sobremanera y su cara enrojeció demasiado, a tal punto que se podría hacer pasar por un jitomate.

—A-Ah... R-Regalo—Volteo hacia otra parte.

—Son muy lindas...—Saco de una de las bolsas de plástico un disco CD— Bien, mira, trage está peli... Es comedia mexicana, se llama Tod@s Caen...

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México se había quedado dormido casi al final de la película.
Usa solo recorría tímidamente con sus dedos la suave textura de la piel del más pequeño.

Le daba gracia que el latino dijiera palabras mientras dormia, había dicho ya "tacos" y "puto".

—U...sa... te... amo.—Dejo salir de sus rosados y anchos labios.

Al americano se le erizo la piel al oír eso, sus ojos se abrieron demasiado, su cara era completamente roja.
¿Le había confesado involuntariamente que lo amaba... A... El? Pero... México no lo podría amar, el era horrendo y extraño, ¿quien saldría con un bicho tan raro como el?...

Cargo a México como princesa hasta la segunda planta, dónde lo recostó lentamente, como si fuera una frágil pluma.
Tardó unos minutos viendo esos anchos labios, debatiendo si besarlos conllevaría que fuera alguien aun más raro, al final solo dió un corto beso en su frente y se retiró de vuelta a su sala; más fue interrumpido por segunda vez. El timbre sonó en repetidas ocasiones, tal vez solo era Canadá.

—Gringo ¿Aquí está México?—Cuestiono con un toque de molestia.

—C-Chile...—Bajo la cabeza levemente tímido.

—¿Esta aquí verdad?... Cómo sea ¿Puedo pasar?, necesito hablar contigo— Dijo mientras dejaba de fruncir el ceño.

—Por supuesto... V-Vayamos a la mesa—Se retiro algo de la puerta para que Chile pudiese pasar, sinceramente se sentía raro teniendo tantas visitas.

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Ambos tenían una taza humeante de café a la mano, cortesía del americano