Yuan Xiao

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La linterna se mecia lento dentro de la corriente nocturna que la elevaba. Los destellantes parpadeos de luces y sombras creaban entre sus reflejos la figura de un apuesto joven vestido de un blanco puro, con un semblante amable que no se oculto aún bajo los vendajes. Sonriendo con gracia al despedirse, mientras avanzaba guiado por la luz de su propia alma.

El deseo de sonreír de la misma manera se poso sobre los labios del cadaver al ver otra vez a su irremplazable amigo, pero no logro imitarlo. Entre la incapacidad de sus nervios de flexionarse y el punzante dolor que le decía era el fin del viaje juntos, lo atormentaba; más la naturalidad con la que las lagrimas que recorrían su rostro, devolvían parte de su humanidad al corazón que sufría la partida de su amado.

La distancia de varios metros que aumentaba entre ambos comenzó a difuminar la vista. El miedo que emergia del recuerdo de Zichen, viendo como el alma de A-Qing siguió un camino que todavía no le daba oportunidad de cruzarse con el suyo luego de tantos años lo congeló. Arriesgarse a que pasara igual con Xingchen era algo que no estaba dispuesto a permitir. Con todas sus fuerzas grito para detenerlo.

¡¡Xingchen!! No te vayas

El alma seguía su curso, la boca del joven de negro se abrio llamandolo pero ningun sonido salió de ella. Su mente estaba tan bloqueada por el miedo que no se daba cuenta de sus limitaciones.

Pensando que la razón del porque continuaba sin hacerle caso era debido a la distancia ya no le permitía escucharlo. Confiado en que Xiao jamás lo había ignorado en vida y eso seguiría igual. Comenzó a caminar en esa dirección sin prestarle atencion a su alrededor, y volvio a intentarlo.

¡¡Daozhang, detente no puedes irte!!

La voz siguió sin aparecer a pesar de su esfuerzo por hablar. El temor de no poder hacer nada y perderlo de nuevo domino su cuerpo, haciendo que lo persiguiera con desesperación. Sus pasos torpes y largos intentando abarcar más distancia para alcanzarlo, estirando los brazos en deseo de tomarlo, volvio a gritarle por tercera vez.

¡¡¡ Xiao Xingchen!!!, por favor... no me dejes solo otra vez

No hubo palabra audible en aquel llamado, solo un especie de gruñido fuerte y sonoro que se negaba a perder.

Zichen conmocionado de no poder hacer nada por detenerlo caio de rodillas en el suelo. Era un cadáver feroz y sin lógica alguna sentía el dolor de su corazón volverse cada vez mas insoportable, más que el de la garganta forzada a gritar o el de las piernas golpeadas y heridas al avanzar sin cuidado. La idea de no volverse a ver era algo para lo que no estaba preparado.

Sin fuerzas para gritar pero con un corazón afligido, por no ser capaz de acompañar a su otra mitad, las lagrimas y dolorosos sentimientos siguieron brotando en un llanto lleno de melancolía que hacía eco sobre el lugar.

Ante lo acontecido la resonancia que había entre esas dos almas, hizo que parte de Xiao al ver el sufrimiento en el que Song decidio darle un ultimo aliento.

Pequeñas chispas que se desprendieron de la luz principal comenzaron a girar alrededor de Zichen. La brisa que comenzaba a envolverlo era suave y fresca, tal y como si el mismo Xiao lo estuviera abrazando.

En el momento que pudo ponerse de pie y mirar en dirección a donde se encontraba la lampara , escucho el susurro de una voz amable y familiar.

No te dejare solo, lo prometo. Pero no te rindas

Rejuvenecido por aquel mensaje, Zichen seco su rostro y miro al frente con más determinación que antes, para seguirlo.

Caminando un par de minutos más, la cantidad de luces y linternas en el cielo se iban incrementando. El sonido de bullicio y voces humanas le informaban al joven que pronto entrarían al area del pueblo. Le parecia imprudente el visitar la zona cuando sabía que habría mucha gente por las calles, pero no se detendría hasta alcanzar el origen al cual Xingchen se dirigía.

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