Capítulo 2

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Era sábado por la mañana.

Un día lleno de aburrimiento.

Mis padres me habían avisado que se irían a un viaje grupal el mismo día en que se irían; me dejarían sola, no es justo.

Bueno, mis amigos me habían obligado a aceptar que iría al parque de diversiones por la tarde-noche, ya que habían atracciones de edición limitada que cerrarían mañana, pero yo no podía asistir ese día ya que era domingo: un día designado para realizar las tareas a última hora.

Mientras, todavía, era temprano me dediqué a escuchar música y ver un poco de chisme en las redes sociales, después leí más sobre Daemon Black en mi nueva novela favorita, y finalicé mi mañana con un poco de cardio dance, es más un intento de éste.

Fui a la cocina a preparar mi nueva dieta, la cual consistía en solo una manzana.

¿Qué?No me juzguen, necesitaba tener un buen cuerpo y comiendo no lo iba a lograr, si de por sí nadie me quería por estar así. Además, creo que todos tenemos algo que no podemos dejar ir porque ya forma parte de nosotros.

Cuando se acercaban las tres de la tarde, entré a la ducha.

Casi hora y media. Hora y media para arreglarme. Treinta minutos son los que me tardo todos los días en bañarme. Más, aparte, otros 30 minutos para vestirme, 20 para buscar mi ropa y 10 en colocarme los productos de diario (perfume, desodorante, crema hidratante y bloqueador).

Me decidí por unos jeans blancos con una blusa beige, una chaqueta negra de cachemira y unos converse del mismo tono que el de la blusa. Iba casual.

Fui a la casa de Noah, que se ubica a unas cuantas cuadras de la mía, para que así ya nos pudiéramos desplazar más rápido.

—Hola, A. —saludó muy emocionada.
—Hola.
—Me encanta como te ves hoy.
—¿Qué acaso no te gusta como me visto otros días?-dije bromeando y levantando una ceja dando más dramatismo.
—¡Claro! Solo que hoy te ves diferente. No sé... Soy yo y mis ideas, ya sabes cómo soy —dijo un poco extraño —Ahora vámonos, tenemos que disfrutar todo lo que resta del día.

💡

Después de haber comprado las caritativas entradas e ingresar al lugar, mis queridos amigos decidieron ir primero a la montaña rusa más grande, a la cual ni loca me iba a subir. Mientras tanto, me dirigí a la casa de los sustos. Ni siquiera sabía el motivo, si era bien miedosa para ello, no sé, tal vez, sólo la curiosidad.

Entré a la oscura y maquiavélica zona, comencé a recorrer el lugar con terror, arrepintiéndome al cien de haberme hecho la valiente.

Sentí que alguien me seguía y miraba, pensé que era uno de esos personajes que asustaban a la gente, sin embargo, me sorprendí al ver a Eric acercándose a mí, no despegé los ojos de él hasta que...

—¡Ahhhhh! —grité como loca y me eché a correr, ni siquiera me fijé qué o quién me había aterrorizado de tal manera.

Me desesperé porque no encontraba la salida, y una orda de zombies se encontraban a unos metros de distancia.

Unos brazos me jalaron a su cuerpo y me incitaron a caminar rápido, sacándome de ese repugnante sitio. Fijé mi mirada en mi salvador. Y me encuentro con esa mirada. Esa con la que había conectado hacía unos instantes.

—Supongo que no soy una gran fan de esas cosas —dije apenada.
—La verdad, ni me percaté de ello —dijo Eric sarcástico y cortante. Como siempre.
—Sí, bueno... Es mejor que me vaya. Mis amigos han de estar buscándome.
—Los ví yéndose —dijo encogiéndose de hombros.
—¡Agh! ¡Qué buenos compañeros! —dije indignada.
—Mira, no suelo hacer esto, pero, ¿Quieres que te lleve? —me miró de soslayo, en su mirada noté un toque de simpatía y, ¿Ternura?
—No quiero molestar, en serio. Llamaré a mi... —me cayó el veinte; mis papás me habían dejado sola. Consideré su oferta por unos segundos, buscando otra alternativa —Está bien, sí, por favor —dije tímida.
—Vamos.

Fuimos al estacionamiento en un incómoda silencio, no sabía cuál era su vehículo, por lo que fui más lenta para retrasarme y, así seguirle. Una Jeep negra. Mi auto de ensueño, no dije nada sobre ello. Me subí en el asiento del copiloto y abroché mi cinturón de seguridad. Él hizo se colocó en el asiento del piloto, haciendo lo mismo que yo. Comenzó a dejar el parque de atracciones atrás.

—Si no es indiscreción, ¿Por qué te cambiaste te ciudad? —dije, tratando de romper el silencio.
—¿Por qué no le dices a tus amigos sobre tus complejos? —dijo frío.

Me tensé y quise retener mis lágrimas, pero fue tarde, ya me encontraba sollozando. Aquello era privado; algo que nadie sabía; algo que me hacía daño, de una forma horrible.

Nunca me había sentido bien conmigo misma, dudaba siempre de los que rodeaban, pues sentía que se burlaban por mi aspecto o mi forma de ser. Aquello era de mis peores miedos.

—¡No sé qué te hice, ni tampoco sé cómo sabes de ello! ¡Yo solo intentaba ser amable! —dije entre lágrimas.
—¡Qué si no quería que lo fueras! —gritó.
—¡Para el auto! —exigí.

Me hizo caso, se paró en la acera delante de un lugar que conocía muy bien, era un restaurante muy rústico al que solíamos ir mis padres y yo de vez en cuando. Abrí la puerta y me bajé.

Sí, jugó con lo que más me dolía; pero aún tenía dignidad.

—¡Eres un estúpido! ¡Un increíble idiota! —le grité con odio —Gracias por el aventón.

No miré atrás; me fui con la cabeza en alto, tratando de relajarme un poco. No pude. Todo regresaba de nuevo a mí; todo lo que había intentado destruir con tanto esfuerzo.

Entré a mi hogar, subí las escaleras dirigiéndome a mi habitación. Solo entre y me rompí. Fui al baño, tomé la punta del objeto y tracé dos líneas, pronto cicatrices, sobre mi piel. Dejé que la sangre corriera, me fui a acostar a mi cama, y, cansada de todo, me subí en un profundo sueño. Me volví a imaginar como una chica perfecta, por enésima vez.

❤️
¡Hola!

Perdón por no actualizar, pero, enserio, la escuela me está comiendo viva. Estoy tratando de hallar un espacio para escribir, pero se me complica mucho.

Espero que les haya gustado.

Si tienen alguna duda, comentario o sugerencia no duden en escribirlo.

Los quiere,
Xiadis.
❤️

A PERFECTLY WRONG STORY   [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora