LA BIBLIOTECA

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La biblioteca era triste y oscura, igual que la mujer que estaba allí. Tenía 45 años pero lucía como de 60, su mayor secreto no la dejaba dormir y la consumía poco a poco, como esa vela que se agota a cada segundo. No tenía amigos ni relación con nadie, su única compañía eran sus libros, iluminados por la luz cálida de cientos de velas, pasaba horas y horas leyéndolos y buscando una manera de acabar con la maldición con la que vivía desde hacía tantos años.
Cuando era joven le encantaba viajar por todo el mundo y descubrir lugares recónditos, cuando entró a esa biblioteca por primera vez 25 años atrás, conoció a un muchacho del cual se enamoró, fueron felices mucho tiempo pero ella siempre supo que había algo que le ocultaba. Lo comprobó cuando él le pidió matrimonio con un anillo de rubíes y desde el momento en el que el anillo se introdujo en su dedo, la maldición comenzó a llevarse a cabo. Se había quedado encerrada en aquella biblioteca para siempre y su prometido la abandonó. Ya nadie visitaba la biblioteca, llevaba sin ver o hablar con alguien demasiado tiempo y sus recuerdos habían hecho que se volviese cada vez más loca, loca y llena de angustia provocada por tantos recuerdos, y tanta rabia.

Un día como cualquier otro le llegó una carta, algo inusual. Era Henry, aquel chico al que había querido tanto hace años, su prometido, aunque ya no sabía si lo estaban. Ellos eran los únicos que conocían el secreto del anillo aunque ella soñara con gritarlo a los cuatro vientos.
La carta comunicaba lo siguiente:
Querida, seré breve. El hechizo se ha desvanecido y eres libre, pero prométeme que nuestro secreto quedará sellado para siempre.

En ese momento la mujer corrió con toda su energía hacia la puerta, sin pensar, con un brillo de ilusión en sus ojos cansados del dolor, era la primera vez que iba a intentar aquello. Abrió la puerta principal rápidamente y avanzó un paso sintiendo la brisa fresca en su cara, parecía el verdadero paraíso, iba a poder ser feliz por fin, se sentía completamente libre. Un segundo después, esa sensación de libertad se convirtió en terror cuando todo su cuerpo comenzó a evaporarse, sintió un dolor fuerte en todo el cuerpo, pero sobre todo en el corazón, la persona que amaba la había matado por segunda vez, y esta vez había sido de verdad.
Metros más allá Henry estaba oculto entre unas ramas orgulloso de su engaño, viendo cómo por fin se deshacía de su peor pesadilla, ya no había miedo porque por fin, su secreto estaba a salvo.

EL BAÚL DE LOS SUEÑOS - Relatos cortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora