Carta 100

550 50 86
                                    

"Pablo:

Día 100 sin ti, no creí llegar. Estoy sorprendida, triste, soy un mar de emociones que desbordan de mis ojos en forma de lágrima.

Hace 3 meses cuando inicie estas cartas no me imaginaba ni un poco que un día estaría sufriendo por terminar.

Ha sido un largo camino lleno de cosas entre ambos.

Ya nos volvimos a besar, ya volvimos a follar, ya nos dijimos "te quiero" de nuevo... ¿Y de que sirve eso si seguimos separados?

He entendido que entre tú y yo... Las cosas están un poco muertas. No hay salvación.

Sé que te prometí irme si te superaba, pero no lo haré. Porque no sé si lo logré, no sé nada me siento inútil.

La última razón de hoy, es que en dos años nunca hiciste algo que me demostrase interés por mi. Que me demostrase esta necesidad que tengo yo de no perderte.

Jamás sentí que demostraras un sentido de pertenencia, como esa cosa que no quieres que se vaya, que no quieres dejar de tener.

Hoy dejo todo atrás en busca de una estabilidad mental que me parece una utopía. Un sueño ambicioso y poco realista.

Pero una vez me dijiste que si sueñas lo suficiente, se hace realidad. Y hoy sueño con olvidarte y dejarte atrás...

Elisa"



Pablo's pov

Terminé de leer su carta cuando las lágrimas caían, no sabía que estaba pasando conmigo pero sabía que tenía que ver con ella, con el hecho de que ella había sido más madura que yo al grado de que a pesar de quererme estaba dejándome ir porque reconocía que lo nuestro ya estaba muerto.

A decir verdad odiaba admitirlo pero ya no sentía que tenía caso luchar, o tratar de hacer algo. A fin de cuentas habíamos pasado ya 6 meses sin ser nada, sin estar juntos sin amarnos de manera ambigua... Las cosas simplemente tenían que ser soltadas.

Debías dejarnos ir.. aunque doliera.



Elisa's pov

Las chicas preparaban la comida mientras yo cortaba los vegetales. Ni siquiera sabía que íbamos a comer o porque yo estaba haciendo eso.

Estaba desconcertada. Cómo fuera de este mundo.

Anoche le había dado la carta a Pablo y me había ido a dormir, y desde entonces no lo había visto. No había bajado de su habitación.

Honestamente, yo tampoco quería hacerlo.

— ¿En qué piensas? —preguntó Ginés, sonreí
— en nada Tete —se acercó a besar mi frente
— Todo estará bien, eres una chingona —reí— verás que lo que sea que está pasando por tu mente para hacerte daño se irá a la chingada. Te la va a pelar —sonaba tan raro, pero había sido tan lindo.
— gracias tete, te quiero —lo abracé
— y yo a ti —sonrió— venga, vamos a seguir cocinando.
— gracias por ayudar en la cocina Zaskete —se apoyó en él Sibel— ¿Puedes ir a buscar a Javier? necesito que sea mi pinche —Zasko asintió y se fue.

— Le diste la última carta? —asentí— y que dijo?
— no lo he visto, y tampoco quiero hacerlo —suspiré— no sé si hago lo correcto Sib...
— lo haces, creeme —sonreí un poco— quizás lo otro también esté bien, pero si has decidido eso, te apoyo.
— gracias, dios —agaché la cabeza— necesito fumar un poco, iré a comprar —Asintió.

Salí de casa en dirección a la pequeña tienda de siempre, entré pedí una cajetilla y un encendedor y salí.

Tenía el cigarro en la boca cuando me tomaron del brazo, me giré asustada solo para ver a mi pelirroja amiga Ana.

— hey —me abrazó y me dió dos besos en las mejillas— iba a casa de Pablo, perdón que no llegara antes, tenía un par de cosas que hacer.
— no te preocupes, hemos conseguido ayuda de los chicos y la comida está casi lista —sonreí— te ves guapísima —noté sus coloradas mejillas y su sonrisa nerviosa.
— muchas gracias —sonrió
— bueno, venga, vamos a casa —le dije y comenzamos a caminar, guardé el cigarro en mi bolsillo y dejé por la paz esa cajetilla.



Todos estaban contentos, eran casi las doce de la noche, Pablo seguía sin bajar y yo sin poder estar feliz.

Ana y Ginés platicaban en una esquina, parecían divertidos.

Zasko, Errecé, Kapo, Eude, Estrimo y Force reían como locos en la mesa.

Nerea y Sergio estaban abrazados en la banca pequeña del jardín y Javi y Sibel se daban amor.

Suspiré, iba a empezar un año nuevo y yo estaba sola, haciendo daño a alguien.

Entré en casa y subí las escaleras buscando a Pablo, si alguien debía apartarse era yo no él.

Toqué un par de veces sin obtener respuesta, toqué de nuevo pero no había sonido alguno que me indicara que estaba él dentro.

Abrí la puerta lentamente y lo ví boca abajo en su cama. Miró hacía acá, intenté sonreír aunque no pude.

— Pablo... —se levantó— ¿Podrías bajar? Van a ser las doce y no quiero ir empieces el año aquí solo, tus amigos te necesitan allá abajo.
— No quiero... —sonaba mal, me estrujaba el corazón.
— anda... Por favor —me acerqué.

— ¡10! ¡9! ¡8! —comenzaron los gritos— ¡7! ¡6! ¡5! ¡4! —Pablo me miró fijamente a los ojos— ¡3! ¡2! ¡1! —sentí el tiempo detenerse — ¡FELIZ AÑO NUEVO! —gritaron.

Pablo me tomó por la nuca uniéndonos en un beso. Lo abracé, acaricié su cabello mientras que él acariciaba mi espalda.

No parecía que el tiempo avanzara, estaba todo inexistente a nuestro al rededor. Solo se escuchaban nuestras respiraciones agitadas y los latidos de nuestros corazones haciendo la banda sonora del momento...

— quédate conmigo —murmuró, recargó su frente con la mía.
— ¿Crees que funcionaría? ¿Crees que esta vez todo va a salir bien? —mis ojos se hicieron aguados.
— Sí, sí Elisa —tomó mi cara entre sus manos— dios, te juro que no hay nada que quiera más. Sé que esta vez todo estará bien...
— necesito que me digas 5, no, 6. ¡7! ¡7 cosas que amas de mi! ¡7 cosas que hagan que esto valga la pena! —cerré mis ojos— necesito que me digas porque intentarlo una vez más es una buena idea... —sonrió
— Amo... —me miró— amo que te preocupas más por los demás que por ti... Que tu alma sea tan bondadosa. —sonreí— amo que eres poco convencional y que siempre ves lo más bello en las cosas más simples... Cómo cuando te quedabas viendo los colibríes volar por horas solo porque te inspiraban y te relajaban con sus colores... —las lágrimas cayeron y me era imposible quitar la sonrisa de mi rostro— Amo que tuviste el valor de seguir enviando cartas aún después de todo lo que vivimos, de todo lo que te hice...
— la cosa era no alejarme de ti... —lo acaricié con cariño
— sé que funcionará porque te amo más que a nadie en el mundo, te amo como no he amado  nadie y no creo poder amar a alguien tanto como a ti —me besó un poco— me has enseñado tantas cosas, y aprecio con el alma cada una de ellas...
— esa vale por dos —reí, rió también
— Amo... —suspiró— que nada de lo que tengo, nada de lo que consigo se siente bien hasta que lo comparto contigo... —sonreí de lado— y te amo... Te amo, me importas, eres todo... Para mí, cualquier cosa que venga de ti es perfecta, es una reliquia... —se alejó— tanto, que he guardado cada una de las 100 cartas que me enviaste... Tengo todas, con sus sobres en perfecto estado —abrió su cajón. Tenía una cajita con muchos sobres.

Sonreí, me lancé a sus brazos y lo besé de nuevo. Nuestras lágrimas se unieron, nos mojabamos las mejillas mutuamente, besándonos, acariciándonos, siendo uno.

Me separé un poco y sonreí
— intentemoslo de nuevo... —susurré.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 01, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

100 ʀᴀᴢᴏɴᴇs ~ Bʟᴏɴ (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora