IV

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Los propósitos de Gianna

El olor a un dulce recién horneado flotaba por el cálido ambiente navideño de la casa de los Bianchi. La pequeña de la casa dormía plácidamente, ajena a los pasos de su tío, quien entraba a la habitación seguido del gato molesto de su madre. Seguramente ese gato pesaba más que su sobrina. Demasiado mimado. Se sentó en la orilla de la cama, cerca del cuerpo de la niña, apartando algunos peluches que le estorbaban y mandó a bajar al minino cuando de un saltó se acurrucó entre cojines.

—Gianna, sirenita —susurraba acariciando sus bucles de un color rojo amanecer. La luz se filtraba por las cortinas dejando ver a Enzo la imagen de su sobrina enredada en sábanas y con sus labios en trompita— hora de levantarse dormilona.

La pequeña se removió bostezando, batió sus pestañas y cuando reconoció a su tío su sonrisa fue creciendo. Le besó la frente y la cargó en brazos, en su cintura. Gianna vestía su pijama rojo de renos, aunque la Navidad ya había pasado y ahora celebraban el primer día de año nuevo, la niña no quiso guardar los adornos hasta el día de reyes. 

—¡Tío  Enzo! —gritó emocionada al ver a la mascota de la Nonna a sus pies. Era una bolita peluda de color naranja, le recordaba a Garfield, el dibujo animado amante de las lasañas, por el cual había sido nombrado así— ¡Garfield vino a despertarme! 

El joven apartó con el pie al animal para evitar tropezar, obtuvo un gruñido, y fue con su sobrina a desayunar con sus abuelos y la familia de su ex. Porque Enzo había puesto pausa a una relación, 6 meses sin ella era duro, pero fueron dos meses más de sufrimiento y problemas cuando le detectaron un cancer con mal pronóstico para su hermano. Falleció antes de lo esperado, estaba muy avanzado. Ahora se encontraba asustado, con una niña en brazos quien Luciano, su fratello, había dejado por escrito que él sería quien se haría cargo en caso de que le sucediera algo. 

Y es nuestro primer comienzo de año solos.

Gianna saludó a sus abuelos con un abrazo y fue llenada de besos, apretones de mejillas y palabras dulces. Por otro lado, ya acostumbrada a la cantidad de gente que se reunía en casa de los Bianchi, besó a la familia de la novia de su tío Enzo, aunque ahora la veía menos y eso la extrañaba. 

Tradición, es tradición y mi madre no dejará de juntar a aquellos que aprecia en fechas tan señaladas.

—Buenos días, Gi —saludó Stella. 

—¡Tía Stella, hoy es año nuevo! 

Todos en el lugar se sorprendieron por la familiaridad con la que se dirigió la pequeña a Stella, cuando hacía mucho no pisaba esa casa o la veía. Enzo suspiró, estaba perdido en sus pensamientos. Hoy era un día importante para la pequeña. Luciano desde bien pequeño hacía largas listas de propósitos de año nuevo y Enzo quería transmitirle esa costumbre a su sobrina, pero no sabía como abordarlo. Tenía cinco años, ya estaba medianamente grande para poder entender un poco lo que quería transmitirle, pero no sabía cómo o si lo haría bien. Él quería que su hermano mayor fuera el que le instruía en eso a Gianna.

Tras probar el delicioso panettone de la Nonna Bianca junto con un chocolate caliente para la pequeña de la casa y café para los mayores, Enzo desapareció con Gi.

El joven se encontraba recostado en un árbol mientras su sobrina yacía sobre las piernas de este, encantada de que su tío le hiciese una corona de flores.

—Sirenita, ¿sabes lo que decía tu papá cuando empezaba un nuevo año?

—Hmm —Gianna torció sus labios rebuscando en su mente alguna conversación en la que su papá nombrase algo del año nuevo, pero no tuvo éxito— No se, tío.

Enzó rió escuchando a la pequeña enfurruñada por no poder recordar. Era aún demasiado jovencita para retener ese tipo de cosas que decían los mayores. Seguramente lo pasó por alto y no le dio importancia.

—Decía que cuando empezamos un año nuevo hay que sonreír mucho y hacer una lista de propósitos por cumplir —explicó apartando un mechón de cabello pelirrojo y adornándoselo con una margarita.

—¿Popisotos? —ladeó su cabeza llevando un dedo a su boca escondiendo una pequeña sonrisita debido a como sonaba esa palabra que no entendía.

Stella quien caminaba hacia ellos y había escuchado le dio un toquecito juguetón a su nariz repitiendo la palabra. Enzo alzo sus ojos verdes los cuales se toparon con los castaños de ella. La familia Bianchi destaca por esos ojos verdes.

—Gi, ¿qué cosas te gustaría hacer este año?

La pequeña estiró sus piernecitas sobre las de su tío y comenzó a jugar con sus manos. ¿Qué diría papi?

—Mis popisitos de año nuevo son... ¡desayunar chocolate! —rió— Hacer amigas en la escuela, tener la nueva Barbie cantante, cuidar de Garfield y tío Enzo, tía Stella y el nonno y la nonna —ambos mayores la miraban atentos con un deje de sorpresa pero orgullosos de sus pensamientos— ¡Tíííío! 

Enzo se sobresaltó, andaba metido en sus pensamientos que se dirigían a su hermano.

—Dime Sirenita.

—También vale de posi... ¡eso! ¿vivir contigo? —sus cachetes se sonrojaron, Stella los acarició y no pudo evitar tomarla en brazos. La pequeña escondió su carita en su cuello haciendo adorables pucheros— Me cuidarás bien y jugaremos mucho, ¿a que sí?

—Por supuesto —quiso añadir más cosas pero su sobrina de cinco años acababa de dejarle mudo. Era hija de Luciano sin lugar a dudas, tenía un corazón tan puro como el suyo y él estaba dispuesto a hacerle cumplir sus propósitos de año nuevo, alterando uno que otro pero tenía claro que no la dejaría sola nunca.

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Reto de 52 retos de escritura de Literup: Escribe un relato sobre los propósitos de año nuevo de tu personaje.

Palabras: 971

Género: Ficción general + chik-lit

Género: Ficción general + chik-lit

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