En busca de lo que me pertenece (Oc x High school DxD)

Capitulo III

La suave luz solar que se manifiesta en está mañana, hace que los estudiantes se sientan con un ánimo un poco más animado de lo que se acostumbra ver un lunes. Cabe mencionar que cuya situación no es inusual. Digo, estando yo en la columna que me permite estar en la esquina del aula, en donde está la ventana, pues puedo ver el gran clima que este día ofrece para hacer muchas actividades.

—Buenas alumnos. Como dije el día jueves, les hare una prueba oral a todos. Espero que hayan estudiado —dijo el profesor de historia.

—¡Sí! —dijeron varios estudiantes. Al parecer están emocionados

Ante esa vista de ellos, suspiro. Yo también estaría en ese lugar ya que, como dije, me gusta está clases. Sin embargo, los sucesos del día sábado sigue resonando en mi mente. ¿Hice lo correcto? ¿Cuán alejado debo de estar de aquello placeres que ni un mal me produce, todo por culpa de aquellos que me condicionan? Pensar en eso hace que parte de mi cuerpo tiemble, como si de una gran corriente de frio se hubiera estrellado ante mí.

—Katase —dijo el profesor—. ¿Qué tipo de posturas sobre lo bello que se dieron en aquel tiempo, elegiría? Y, ¿por qué?

—Bueno —Ella se toma su tiempo para ordenar su pensamientos—...Yo me iría por la belleza epicúrea. Aquella que dice que una cosa es bella en cuanto esta produzca placer, la cual solo puede ser alcanza a partir de los sentidos

No pensé que Katase elegiría esa opción. Bueno, aunque es de esperarse. A esta edad es muy común que los estudiantes todavía no estemos sintiendo las exigencias en nuestras espaldas; no estamos en último año, así que no sentimos las exigencias como el aspirar a una buena universidad, llegando hasta el punto provocar en varios alumnos depresión o el suicidio.

Por ahora, los estudiantes se esfuerzan para hacer lo que le gusta ya sea a partir de los clubes de la academia; o a partir de actividades en la ciudad, como ir al karaoke, ir a la sala de juego, ir de compras. Eso me alegra, ya que disfrutan de su limitada libertad, ante de ser condicionado por el sistema. ¡Vaya!, presiento que le falta algo a lo que acabo de decir. ¿Qué será?

—La razón —sigue Katase— por la cual me fui por esta postura, se debió a que la belleza, según ellos, es prescindible del ser humano. Es superfluo, ya que el ser humano ha prescindido de él durante mucho tiempo.

» Y viendo la belleza así, pienso que al concebir algo bello, algo que produce placer en nosotros, va más allá de una simple necesidad fisiológica o de dependencia. Algo que me brinda a mí tranquilidad y ganas de seguir haciendo aquello que me gusta.

—Buen comentario —habló el profesor—. Hay varias cuestiones que te saltaste, como la contradicción que había en los epicúreos en cuanto a la belleza, pero no es de importancia ahora.

El profesor ahora mira toda el aula, buscando así su próxima presa. Solo espero que no le toque al trio de los pervertidos, ya que sé qué dirán algo que sobrepasa los límites, cuando se habla de lo se puede decir o no en esta aula.

—El siguiente será —se queda en silencio para dar suspenso—...Issei. Usted será el siguiente en comentar. Póngase de pie, por favor.

Rayos. Sé que soy agnóstico, así que rezarle a un Dios que no sé si existe, suena absurdo. Pero en estos casos, ¿qué más se puede hacer?

—Estoy listo, maestro—habló Issei.

—Bien. Dígame Issei, ¿si pudiera elegir alguna corriente ética de ese momento, cual elegiría? Y, ¿por qué?

—Yo elegiría el epicureísmo.

Va bien. O sea, habló tranquilamente, y no dijo nada fuera de lo común. Eso me gusta.