Los defensores del tiempo inspeccionaba la escena con extrañeza. El cuerpo estaba tendido, inerte en el piso, identificado como Kim Nam Joon; un hombre adulto del distrito tres a cargo de una pequeña cadena de bares clandestinos. Entonces el joven detective alzó su mirada al cielo, como si buscara una respuesta divina y la encontró.
—Jefe, ¿encontró algo?
Alzo su brazo y apunta lo que capturó la atención.
—Toma esa cámara y envíame el registro de la muerte—dijo Taehyung, para mandar que retiraran el cuerpo e irse a la oficina en su auto.
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Jimin caminaba rápido, miraba por todas parte, asustado. Temía que lo ficharan de sospechoso y le robaran cada segundo de su vida y así, desperdiciar lo que Namjoon le había regalado.
Es difícil cargar con una vida que no te pertenece, es cargar con un sueño. Él ya tenía suficiente problemas, pero en parte entendía el porque Namjoon confío en él, y sabia perfectamente que sus acciones iban ayudar no necesariamente a su persona individual, si no al ser que con solo ver una sonrisa daría cada segundo y tiempo de su vida. Su mayor luz que debería estar en el hogar, esperando a que llegará, con su cara angustiada de no poder verlo una noche. Lo conocía perfectamente, sabía que su pequeño novio no iba a poder dormir sin mirar su rostro aunque sea una vez en todo el día.
Y estaba ansioso, quería revisar el estado del chico, quería llegar a su hogar y ver esos ojos que contenían un universo entero, mientras el frágil cuerpo lo cubría sabanas blancas y suaves. Pero Jimin está consciente de que no era el momento de pisar ese lugar lleno de paz.
Las calles seguían siendo transitada por varias personas. En sus rostros lo único que se podía notar es tristezas y fatiga. Si escuchaba algunas risas, normalmente provenía de los niños jugando, ellos, a esa edad tan temprana, tal vez, aún no dimensiona que podían morir en cualquier momento.
El joven camino rápido, pasó por alto donde estaba los infantes. Pronto llego a una vencidad pequeña, las piezas en donde vivían cada persona estaban pegadas una tras uno. De seguro se podía escuchar perfectamente lo que hacía el vecino.
Subió las escaleras y miro el número "395".
Toco una vez, después dos y viendo que nadie abría, prácticamente estaba apunto de patear la puerta.
—¿Quién mete tanto ruido? —abrio la puerta un joven de cabellos rubios, en los brazos cargaba una pequeña, el cual anhelaba hacerla dormir — Jimin.
—Jin —dijo el otro, para sonreír a la pequeña —.Se que eres enfermero y sabes mucho de salud y esas cosas y tu sabes lo que necesito y a quien quiero que cuides.
—Se más claro—murmuro Jin.
En ese momento Jimin tomó la mano de Jin e hizo girar la muñeca del contrario.
—H-Hey.. que es esto
—Solo te pido que lo vayas a ver, si es necesario quedate a vivir en el departamento, será solo por unos dias
—sentencio sin dejar de hablar a Jin— y todo lo que escuches en la televisión es mentira —le sonrio para dar un beso a la pequeña en la frente—. Me tengo que ir.—¡Jimin! ¿Haz visto a Nam?
El chico lo miro con una sonrisa y solamente atino a irse lo más rápido del lugar, le había dado la mitad de la vida de Namjoon a Jin, si es que no lograba concluir su cometido. No podía seguir viendo el rostro de su hyung, no podía decirle que Namjoon murió y la vida que ahora poseía era de ese hombre.
Pronto, la culpa, empieza a instalarse en el corazón de Jimin y este no se daba cuenta.
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