El mayor había vuelto a casa. Le pidió a Jungkook que ordenará las pertenencias en las maletas y mochilas. Él lo hizo, estaba feliz porque en poco tiempo iba a comenzar una vida nueva. Estaba feliz porque su cuerpo está sano y con vitalidad, lograba moverse y no sentir dolor, pero su alegría radicaba en que Jimin estaba con él, porque lo había besado y recuperado.
Entonces vio a su novio diciendo que iba a comprar algo importante y volvía en un segundo. Se detuvo en el marco de la puerta y le sonrió feliz, una sonrisa sincera.
Esa sonrisa si era del Jimin que él conoció.
El castaño entró a la sala y observo a Jin cargando a la pequeña en sus brazos. Él se acercó a los dos y acarició la pequeña nariz del bebé. La niña no la había recogido, se la había dado Hoseok por seguridad, como él era un ladrón, la policía muchas veces iban en busca de su lazos más cercanos.
—Namjoon me ha enseñado mucho ¿sabías? —le sonrió a Jin— y le prometí que seguiría cada uno de sus sueño, Namjoon hyung me dio su vida.
—Lo hizo para sacarnos de esta miseria.
Si, lo había hecho por ellos.
—Jin, ordena tus cosas, hay que ir al distrito cuatro. Esto recién comienza— rio— Nam había dicho que algún día se escuchará las fronteras caer, entonces no habrían distrito, no habrían peleas, en fin... —lo miró — quiero que te cuides y comiences una vida nueva, Jungkook también, esta mierda debe terminar.
—Tu también Jimin.
El chico le sonrió.
—Se me hace tarde, Jungkook me pidió que comprará un jugo, iré y los buscaré.
Jin asintió mientra mecia al bebé, acarició los cabellos de la pequeña y observó como el joven desaparecía de la puerta.
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Las calles estaban vacías, no habían personas, casi todas se encontraban en la frontera. Caminó al punto donde empezó todo, donde Namjoon lo dejó. Apreció el punto con tanto miedo y repudio. Le dio ganas de vomitar pero también sentía una corriente extraña que inundaba su cuerpo.
Entonce, por un rato, observó la hora de su muñeca.
Le quedaba un minuto.
Jimin se quedó apreciando la nada. Se impulsó para quedar sentado en la barandilla y agitó sus piernas.
Desde su sitio podía ver todo, a la muchedumbre aglomerada, las calles vacías, el desierto, de lejos, los grandes edificio del distrito cuatro. Si alzas la vista te encontrabas con las nubes y un cielo triste, sin dar cabida al sol, Jimin amaba pasear con ese clima.
—La sociedades deberían estar unidas, no debería haber diferencia, la gente no debería morir pero muchas veces es necesario sacrificar cosas, Jimin —murmuró Namjoon, día antes que muriera.
—Te defenderé con mi vida, porque eres mi hermano —sonrio Taehyung cuando le avisó que sus papeles estaban limpios.
—El mundo se vive una sola vez, llámalo locura o no. No vale la pena tener una década si no haces nada— susurró Yoongi mirando la pistola.
—Las nuevas generaciones serán maravillosas— dijo Jin cuando cargo por primera vez a la pequeña.
—Jimin- ah, sabes que tiene mi apoyo— lo abrazó Hoseok, un día en que le regaló dos horas cuando él quedo con una.
El castaño suspiro con una lágrima, había tenido tanta personas buenas en su vida.
—Jimin, te amo —susurro Jungkook, cuando su cabeza se recostaba en su brazo, ante de dormir, después de hacer por primera vez el amor.
Jimin aprecio de lejos a la gente. El corazón dolió fuerte. Los números se tornaron negro.
Cero.
Su cuerpo cayó del puente al piso.
El ya no existía.
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Jungkook agarró con sus manos una fotografía de los chicos, pero sin aviso su pecho se compromio. El cuadro resbaló de sus manos rompiéndose en varios vidrios.
Las lágrimas salían y escucho a Jin ingresar a la habitación.
—Jimin murió...
Ese día, en que las personas tenían una esperanza y razón nueva para continuar la vida, Jungkook sintió que todo se derrumbaba.
Cayo al piso, lloró fuerte, gritó, golpeó.
Pero ninguna de las acciones iban a recuperar la vida del chico que tanto amó. Ese día, había sido curado del cáncer, había visto a Jimin, pero cuando pensó tener todo en sus manos, otra vez el destino se lo arrancó de la manera más cruel.
Jungkook había nacido para ser infeliz. Y deseó con toda su fuerza que el mes que le quedaba se redujera a cero.