Capítulo 2

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Cuando Richie llegó a casa, sus padres volvían a estar a voces, pero esta vez, sí se metió en esta. No quería que llegasen a los golpes entre ellos, pero lamentablemente, uno llegó a la mejilla de Richie, tirando sus gafas al suelo por la fuerza.

— ¡No te metas en cosas que no te incumben! — le gritó su padre.

El pelinegro se quedó helado. Recogió sus gafas del suelo y subió a la habitación, cerrando de un portazo. Cuando todo se calmó y todos estaban ya dormidos en la casa, se puso una chaqueta, abrió la ventana y bajó por el árbol que había cerca de ella.

Ya en el suelo dudó un momento. No sabía a cuál de sus amigos acudir. Con Bev no podía; su padre la pillaba y estaba muerta y con Bill tampoco, ya que sabía que no lo pasaba muy bien por las noches desde la muerte de Georgie. Con Ben mucho menos, su primo le delataría y se la cargaría. Con Mike no porque, aunque le dejarían, vivía en las afueras, y a esas horas había una oscuridad tan abrumadora que parecía la boca de un lobo. Los únicos que le quedaron fueron Stan y Eddie, decantándose por el último. Podría haber ido con Stan, es más, le hubiese acogido de inmediato, pero algo le hizo decidir que fuese con Eddie.

Anduvo por las negras calles de Derry, que estaban levemente iluminadas por alguna farola. Metió sus manos en los bolsillos y continuó todo recto, pasando por delante de la casa dónde derrotaron a Pennywise; La Casa Neibolt. Al hacerlo, le dió un escalofrío y su vello se erizó, por lo que empezó a caminar más rápido hasta la casa de los Kaspbrak.

Se quedó quieto ante la pared dónde sabía que se ubicaba la habitación de Eddie. Miró alrededor por si había algo con lo que escalar, pero no encontró nada. A la oscuridad también había que sumarle la miopía de Richie, lo que provocaba que no viese absolutamente nada.

Suspiró. Tendría que apañárselas. Tomó algunas piedras pequeñas que encontró en el suelo del jardín y las lanzó a la ventana, rezando porque el menor se despertase. Una vez vió luz y la ventana abrirse se tranquilizó.

— Joder... — dijo Eddie. — ¿Qué es lo que haces aquí?

Richie le miró desde el suelo, permaneciendo en silencio unos segundos.

— Venía a ver si... ¿Puedo dormir aquí? — le preguntó el pelinegro.

— ¿Qué? — preguntó frunciendo el ceño. — ¿Estás loco? ¡Mi madre está en casa! — exclamó el castaño.

— De acuerdo... Siento haberte despertado...

Su voz se notaba notablemente decepcionada.

— Hasta mañana, Eds. — se despide, comenzando a caminar a la salida.

Eddie analizó la voz de Richie. Sabía que no estaba bien. Mandó todo a la mierda.

— ¡Eh, Rich! — le llamó, intentando no gritar demasiado, pues no quería despertar a su madre. — Espérame en la puerta.

Se quitó el pijama. Le daba vergüenza estar frente a Richie así vestido. Se puso algo abrigado (ya que las noches en Derry eran frías), preparó su riñonera y bajó las escaleras despacio. Por suerte, su madre roncaba más que un hipopótamo en celo y no se despertaría ni con un camión de la basura pasando por su lado. Abrió la puerta y al otro lado estaba Richie, mirándole algo triste.

— Te ves horrible. — bromeó Eddie desde la puerta.

Richie rió un poco.

— Tú tampoco te ves mal, Spaguetti. Bueno... ¿Me dejas pasar? — le preguntó.

— Primero demos una vuelta. — el castaño cogió las llaves y cerró la puerta tras él. — Creo que a ambos nos vendrá bien, así que vamos, Tozier.

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⏰ Última actualización: Jan 06, 2020 ⏰

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Truth or dare? 《Reddie》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora