Capítulo 2

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— ¡Oye! ¿Qué te pasa?

—Lo siento, en serio no te vi —bufé e indignada tomé mis libros y procedí a levantarme.

Pero antes de que eso sucediera, el sujeto con el que había chocado me extendió la mano para ayudarme a levantarme. No quise ser grosera así que accedí a tomarla y con un tirón me ayudó a ponerme de pie otra vez.

Después de asegurarme que estaba bien, miré hacia el frente donde el culpable de que me cayera se encontraba.

¡Oh, vaya!

— ¿Te encuentras bien? —Sacudí mi cabeza saliendo de mi pequeña ensoñación.

—S-sí, sólo ten cuidado la próxima vez.

El chico asintió y sonrió de lado.

¡Oh, vaya!

Retomé mi camino hacia el salón de química, logré entrar antes de que la Señora Peter me cerrara la puerta en la cara —como veces anteriores— por llegar tarde a su clase.

—Justo a tiempo Anderson —le regalé una sonrisa de lo más fingida del mundo y tomé asiento en la solitaria banca en medio del salón.

No era un secreto que la química no se me diera bien, pero ¡dejarme sola en las clases sólo porque casi nos mato una vez! Me hacen ver como si fuera una amenaza para la clase.

O pueda ser que sea cierto.

En resumidas cuentas, no es que Química fuera una mala clase, la mala en la clase soy yo y gracias a eso, la señora Peter siempre busca la manera de fastidiarme haciéndome sentir como si de verdad fuera un peligro el que yo estuviera en su clases.

Pero ni ella ni yo tenemos remedio: ella es la única maestra de Química en la preparatoria, y yo era —probablemente— la peor alumna de química de la escuela.

Y hablando de fastidios.

—Anderson, ¿qué es esto? —Bufé y traté de tranquilizarme antes de que otro accidente pasara.

No soportaría pasar una vergüenza más en mi cumpleaños.

—El proyecto —respondí obvia.

—Será mejor que lo arregle antes de que pierda la nota y repruebe el semestre.

— ¡¿Reprobrar?! Pero maestra...

—Señor Jacobs, ayude a la señorita Anderson antes de que intente matarnos a todos otra vez.

Mi cara se volvió el rostro de la indignación personificada.

Jamás en mi vida me habían hecho sentir una verdadera amenaza para el mundo.

Quise protestar pero la señora Peter ignoró mi intento de excusarme.

Maldita química y sus elementos, se pueden ir directamente a...

— ¿Problemas?

Estaba tan ensimismada en mi indignación que no sentí cuando la persona que se supone iba a ayudarme, llegó a mi banca.

Y oh, vaya.

—La señora Peters piensa que los mataré a todos —el chico sonrió y negó con la cabeza.

Aquí vamos de nuevo.

¡Oh, vaya!

Este chico tenía los dotes para ser un Adonis en su esplendor; su cabello rubio castaño un poco alborotado, sus ojos color avellana, su nariz perfilada y pómulos marcados y esa maldita sonrisa que te derrite sólo con verla.

Una Nueva Vida ✔ [Bilogía Nueva Vida #1] || EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora