El caballero de armadura plateada

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El caballero de armadura plateada, es el mejor de todos los caballeros en el reino, como su nombre lo indica su armadura está hecha de plata, una armadura ligera y tan pulida que parece un espejo, además no posee ni una ralladura o abolladura como si nunca lo hubieran herido en combate.

Fue clave para el éxito de innumerables batallas, el terror de los soldados enemigos, la envidia y admiración de muchos caballeros de su reino, mato dragones, orcos, gigantes y muchas otras cosas hizo este valeroso caballero.

El reino salió victorioso de una guerra gracias a él y por tal logro la reina misma decidió darle un premio, el mejor de todo... un deseo.

Además de reina, ella tiene un poder que muchos envidiarían y que fue causa de la guerra pasada, puede concederle un deseo a cualquiera que sea como si de un hada madrina se tratase.

Riqueza, poder, juventud o cualquier otra cosa tendría con solo pedirlo. Ella misma fue en persona a invitarlo al palacio real para que él pidiera su deseo.

El caballero fue armado y con su armadura puesta, ni siquiera se quitó el casco, pasa por la entrada del palacio siendo recibido por una banda que canta en su honor y un banquete digno de dioses.

Nunca se quitó su casco, por consecuencia nunca tocó la comida y no parecía agradarle o molestarle las canciones en su honor, solo se paró ahí, estático con su arma en la mano como si esperara un ataque.

Cuando acabaron de cantar y de comer los acompañantes de la reina el caballero pidió que los dejaran asolas con la reina para pedir su deseo tranquilamente.

La reina accedió y con leve movimiento de mano, todos menos el caballero se fueron. Ella se levanta de su trono acercándose a él, con una sonrisa, honrada por recompensarle por todo.

-caballero de armadura plateada, no sabes lo que me honra darte tu deseo, por todos tus actos te mereces lo que tanto anhelan muchos y muy pocos han podido tener, ni siquiera mi esposo el rey ha sido merecedor de este privilegio – dice la reina llena de alegría

-¡pídeme lo que sea y te lo daré! – grita ella alzando sus manos que emanan un brillo dorado.

El caballero no parece mostrar emoción alguna, aunque sería difícil de decir ya que no se ve su rostro, pensó detenidamente su deseo, solo tiene uno así que se toma su tiempo para decirle.

Camina hacia la reina y se arrodilla ante ella se quita sus armas y su casco, ni la reina ni nadie en el reino sabían cómo se veía su rostro y ella curiosa lo ve con los ojos bien abiertos.

Al quitarse su casco, el caballero por fin saca a la luz su cara, no es el guapo caballero de rasgos finos de ojos azules, no tenía una cara hecha por los mismo ángeles o el aspecto de un semidiós.

Se ve cansado, con ojeras enormes como si no durmiera nunca, el pelo largo y descuidado, dientes amarillos y una cicatriz en el mentón, ese rostro impresiono a la reina no sabe que decir. El caballero ve la reacción y con una sonrisa falsa le dice.

-oh reina mía, tú no puedes darme nada que quiera, ya tengo fama y riqueza en todo el mundo... y no me ha servido de nada, ¿de que me sirve ser joven por siempre si seguiré con esta vida tan estresante que llevo? – dice el caballero mientras lentamente salen lágrimas de sus ojos

La reina lo ve con mucha lastima y tristeza, el hombre perfecto de armadura brillante resulta ser un hombre vacío que se esconde tras esa fachada.

-reina mía, he visto tanta gente morir en esta guerra, al igual que he matado a muchas más, todo lo hice por usted... por el reino y estoy muy cansado ya, no hay nada que pueda darme porque no quiero nada realmente – dice el caballero secándose las lágrimas y viendo el piso con resentimiento.

La reina solo puede verlo y llorar, ese hombre que tanto admira, llevaba una enorme presión en sus hombros, que lo rompieron en muchos pedazos. Ella se arrodilla ante él y lo abraza fuertemente.

-si hay algo que puedo darte – dice la reina

El caballero con ese abrazo siente algo que no había sentido en mucho tiempo, ese abrazo cálido le limpio la mente, empezó a llorar desconsoladamente y arropo a la reina con sus brazos también.

Le dio algo que ni la fama o la riqueza le pudo dar, el caballero de armadura plateada después de tanto por fin tuvo paz.   

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