Muerte y vida

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Esto pasó hace tanto tiempo que no sabría decir bien en que años fue, pero para que te des una idea las estrellas estaban en otros lugares el día de los acontecimientos. Tampoco voy a convencerte de si lo que te digo es real o no, he vivido mucho como te lo puedes imaginar tal vez lo que te digo solo son los delirios de un anciano que fue una guerra.... eso te lo dejo a tu criterio.

!Dios mío¡ recuerdo ese tormentoso día como si lo hubiese vivido hace unos instantes, recuerdo el grito de mis compañeros peleando al fervor de la batalla, con la adrenalina en la sangre chocando sus espadas, hachas, flechas para matar a sus semejantes.

Y así hicieron los del bando contrario, matándonos unos a otros como seres irracionales llenos de odio sin saber muy bien el porqué. Las guerras no son como te lo cuentan, valientes guerreros pelando por su honor y gloria saliendo ilesos de esta. Es irónico yo solo recuerdo pelear por mi vida y odiando matar a cada persona que intento matarme.

La batalla era una carnicería inimaginable algo dentro de ellos se desató, tanto un bando como el otro empezaron a ser cada vez más salvajes matándose de formas creativas e inimaginables que no te daré el placer de describirte.

Yo solo veía aterrorizado, no podía creer lo que veía, en mi ingenuidad y juventud tenía una visión muy diferente de las guerras y caballeros en general, todo lo que vi fue un golpe duro de realismo.

A partir de aquí las cosas se tornan un poco fantasiosas, recuerda lo que dije tal vez solo sean los delirios de un anciano pero a día de hoy lo recuerdo con tanta claridad que ojala tuviera la dicha de decir que te estoy engañando.

Mientras todos se mataban, yo atormentado me fui corriendo hacia uno de los carros de guerra que estaban volcados a lo lejos del clímax de la batalla. Con las capas que habían dentro del carro (probablemente dejó algún guerrero) me arrope y me asomaba para ver como terminaría. Quería escapar con el carro pero los caballos o habían muerto o estaban tan perturbados como yo y huyeron.

En mi escondite sentía cada vez más frío, lo cual era muy extraño donde pelábamos era un hermoso campo de flores blancas a mediados de primavera ¿Cómo puede hacer tanto frío en primavera? Me preguntaba a mí mismo, estaba prácticamente congelándome a mitad del día con un sol abrazador reflejándose en nuestras armaduras.

El frío se hacía cada vez más insoportable, veía a los guerreros sin inmutarse a lo lejos, probablemente tienen muchísima más resistencia. Me empecé a olvidar del frió cuando algo más peculiar apareció.

Donde más lejos llegaba mi vista vi como el cielo tan azul como el mar se empezó a ser tan rojo como la sangre, desde el sur a paso lento hacia el norte cubriendo el sol y tiñendo las nubes.

No sabía cómo sentirme, creía que vía cosas por el desespero porque solo yo me di cuenta de lo que pasaba. Intente decirles algo, grite hasta quedarme sin voz pero no me escuchaban, como si no estuviera en el mismo lugar que ellos.

Y de repente con mi voz acabándose, escapándose de mi garganta escuche una canción que eclipsaba los gritos de guerra y las espadas chocando.

No parecía venir de ningún lugar y se escuchaba desde todas partes era como la sonata de un violín un toque perfecto que no parecía humano pero a la vez no parecía mecánico no se casi nada de música pero si sé que eso no lo podría igualar un humano.

Era una canción tenue pero a la vez inquietante producía en mí un sentimiento de miedo y a la vez calma que nunca volví a experimentar. De nuevo parecía ser el único que lo notaba.

No sabía qué hacer ni cómo reaccionar a lo que estaba viendo, solo me puse a mirar y de casualidad alce mi mirada hacia el cielo descubriendo así el origen de la música.

Una figura esquelética con una túnica negra desgarrada más grande que su cuerpo que estaba levitando encima de los guerreros, tocando su instrumento con gracia y delicadeza poniendo atención a cada una de las notas.

Mi piel se erizo al verla era más que evidente que era la muerte, no podía creer lo que estaba viendo tal parece que la matanza fue tal que la misma muerte fue a rendirle homenaje.

Los guerreros parecían estar en otra dimensión nunca se percataron del cambio drástico del color del cielo y mucho menos de la canción de la muerte.

La calmada canción empezó a tener unas partes rápidas e intercalaba entre notas altas y bajas, al hacerlo uno a uno los soldados morían, sea producto del cansancio o por sus heridas pero morían cayendo desplomados sobre las flores blancas del campo al compás de la música .

Su canción tétrica duró hasta que todos los soldados murieron, repitiéndose de forma ininterrumpida sin descanso, esas notas todavía suenan en mi cabeza. Yo me tapaba los oídos esperando que todo acabara arropado con las capas en el carro.

O no me vio la muerte o simplemente no era mi hora pero fui el único que sobrevivió a ese fatídico día, me atormentaba el hecho que no haya muerto con ellos, mientras ellos peleaban yo solo estuve escondido como cobarde.

"la masacre de las rosas teñidas" así fue llamada en los libros de historia, poniéndome a mí como un héroe de guerra, el último de los bravos guerreros, eso a día de hoy me avergüenza.

Los cuerpos sin vida los dejaron en el campo, no había nadie que les diera un entierro digno a esas personas, ni sus familiares ni mucho menos sus reinos. Las rosas blancas y el hermoso campo cambió pasó  a ser un vertedero de cadáveres putrefactos... una verdadera desgracia.

Pero no hay vida sin la muerte y no hay muerte sin la vida, agradezco toda esta larga vida que llevo para poder presenciar en carne propia esta frase. Cuando un cuerpo se descompone y sus carnes se desprenden hasta que solo queden los huesos, esos restos los absorbe la tierra como un abono.

La tierra creció enterrando los huesos y armaduras, las armas se oxidaron quedando inservibles pero las flores volvieron a crecer, con raíces más fuertes y su color ahora era blanco con manchas rojas, como si la muerte las tiñera con sangre.

Yo me di cuenta de esto 50 años después de la guerra aun me daba miedo pisar esas tierra pero por azares del destino volví allí, al darme cuenta de un icónico paisaje que alguna vez fue una masacre. Lloré como si fuera un niño, un montón de sentimientos encontrados me inundaban mientras veía la majestuosidad del paisaje.

Me quedé allí un buen rato, una sensación de paz estaba plaga sobre lugar no quería irme aunque muriera, aunque ese sentimiento cambio drásticamente cuando empecé a escuchar una música que no provenía de ningún lugar.

Me asuste de la música a pesar de que era completamente diferente a la anterior, alcé mi ojos con miedo, era de día y el sol me dificultaba ver pero a lo lejos entre unas espesas nubes blancas estaba quien tocaba la música, gracias a Dios que no era la muerte su aspecto era distinto.

Lo que pude distinguir por la gran distancia que había entre nosotros fue a alguien parecido a una mujer con ropas tan blancas como la nieve y con una areola que brilla tanto que sol se envidia, tocando con un arpa que al parecer estar hecha de oro.

Tocaba una canción alegre y movida que llenaba el alma, con notas y sonidos que nunca había escuchado salir de un arpa o cualquier instrumento con una destreza inhumana.

El ya de por sí increíble lugar se volvió más esplendido cuando las rosas teñidas empezaron a bailar a al son de la música moviéndose de un lado a otro como si tuvieran vida propia.

Me quedé todo lo que duró la canción, alrededor de una hora pero al terminar ese placido solo vino a mí un sentimiento de pánico porque empezaba a caer la noche sin saber muy bien por qué mi cuerpo pedía a gritos salir de ahí.

Y vi que la figura angelical se iba y el cielo se volvía a teñir de rojo, corrí lo más rápido a mi caballo, lo hice galopar hasta que ya no pudo más mientras a lo lejos escuchaba las notas de un violín.

Como simple mortal no sé por qué pasaba esto mi única interpretación a lo sucedido es que tal vez ambos actos sucedidos en ese campo fueron algo muy especial y por eso le rinden homenaje.

Estas en la libertad de no creerme, solo soy un viejo contando cosas... pero si puedo llegar a vencer ese escepticismo ve al campo de flores teñidas al oeste a tres días de aquí. Pero recuerda solo no hay vida sin muerte si vas allá recuerda solo ir de día no vaya a ser que le toque la sonata de la muerte.

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