Cap. 25

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Cuando Hoseok durmió lo suficiente ya eran las dos de la tarde. Se cambió por ropa deportiva y sin llevar su celular fue a buscar a un psicólogo. No quería demorarse mucho en su recuperación, no quería aquellos demonios atormentándolo cada vez que recuerde lo sucedido.

El lugar en el que entró estaba vacío a no ser por la recepcionista quien al verle le dio una sonrisa y le saludó. –Buenas tardes, ¿en qué puedo servirle?

-Quiero una cita con el psicólogo... Adam Jones- un hombre estadounidense por lo que su nombre dice.

-¿Para qué días?

-¿Puede ser para hoy?

-Espere un momento- revisa una Tablet y hace una llamada. Cuando cuelga ella mira a Hoseok. –El señor Adam lo espera en su sala. Llene esta hoja y se la entrega a él. Siga hasta el final del pasillo, por favor.

Hoseok fue llenando la hoja en el camino hasta que llegó a la puerta del final con el nombre del psicólogo. Tocó suavemente e ingresó despacio a la habitación con inseguridad. Vio a un hombre leyendo unas hojas y cuando habló dirigió su mirada hacia él.

-Hola, soy Hoseok.

-Mucho gusto, soy Adam y puedes sentarte en donde más cómodo te sientas, pero antes debes entregarme la hoja con tus datos personales.

Su manera de hablar le dio cierta confianza lo que a él le gustó mucho. Le entregó la hoja con sus datos y se sentó en el sofá reclinable que estaba en la parte izquierda del escritorio del psicólogo. Juntó sus manos mientras Adam leía su información. Cuando dejó la hoja se levantó y fue hacia la silla que estaba frente a Hoseok.

-Bueno, ya tengo tus datos y quiero que comiences a contarme qué es lo que te preocupa, desestabiliza, preocupa o atormenta. Quiero que me veas como a un amigo a quien le cuantas todo. No voy a juzgarte, voy a encontrar la mejor solución para lo que estás pasando.

Hoseok sentía sus manos temblar y su garganta no tenía un nudo que le cortaba la voz. Antes de entrar, pensó que sería fácil hablar y desahogarse sobre lo que le pasó, pero ahora era muy diferente. No quería recordarlo porque un miedo comenzaba a apoderase y solo quería llorar y que... cierta persona le abrace.

-Está bien llorar, Hoseok. Así eliminamos la basura emocional. No te contengas, tómate tu tiempo para hablar. Vamos a ir despacio- Hoseok comenzó a temblar y a llorar a mares, llevó sus inestables manos a su rostro para cubrirlo. Esto era muy difícil para él, el pensar que Adam iba a juzgarlo y hasta ir con la noticia a otra persona le llenaba de pánico.

Adam le pasó una botella de agua junto con pañuelos, el terapeuta sabía que las primeras citas siempre eran las más difíciles para abrirse. El dolor que sentía aquel chico era palpable y eso preocupó mucho a Adam.

-Si no quieres continuar con esto hasta que no estés listo, podemos dejarlo para la cita de mañana- Hoseok asintió. Aún no estaba listo para hablar de ello, había subestimado toda la situación. –Con la condición de que vayas a tu casa a tomar una ducha relajante. No quiero que tomes alcohol ni pastillas. Por favor, ven mañana. Necesitas mucha ayuda y yo puedo dártela sin importar lo que haya pasado. Haz como si yo fuera un amigo, no debes tener pena ni vergüenza.

-Lo siento por hacerte perder el tiempo- dice bajito y muy apenado.

-No te disculpes, y no me hiciste perder el tiempo. Fue algo muy bueno que hayas venido a mi consultorio.

Hoseok se levanta de aquel sillón y con un medio abrazo sale de aquella oficina a la que no quiere volver por miedo a ser expuesto. Prefiere ya no volver y superar solo su dolor y sus tormentos. Cuan equivocado estaba al pensar así, no tener ayuda de nadie solo empeoraría las cosas.

(...)

Dos semanas y Hoseok seguía en su cama con el mismo pijama que se puso al llegar de la cita con Adam. Su apetito era nulo y su sueño era voraz, iba de su cama al baño y del baño a su cama. Por segunda vez en su vida volvía a llorar como loco cuando el sueño le abandonaba y los recuerdos le atormentaban.

Se sentía débil y sin fuerzas para poner a cargar su celular. Se había desconectado totalmente de sus redes sociales y ni recordaba que le debía explicaciones a Jimin por su inexplicable desaparición.

El dolor era inigualable y consumista, lloraba al pensar que su hermana había pasado por lo mismo y que él no supo cómo ayudarle de la mejor manera posible. Estaba viviendo casi el mismo dolor que ella, no era el mismo porque ella tenía la preocupación de aquel ser que se estaba desarrollando en su vientre.

A eso se le sumaba el recuerdo de Choi siendo un bruto y usando su cuerpo como de le diera la gana. No aguantaba tener aquel recuerdo fresco en su mente, a veces se levantaba llorando por haber soñado con estar nuevamente en las manos de aquel despreciable ser. Y lo que más le causaba dolor era pensar en Taehyung y en que él ya estaba haciendo su vida de nuevo.

Supo que estar enamorado de él solo le traía un inefable dolor y quería arrancarlo de su pecho a como dé lugar. Cada día iba en aumento y el dolor en todo su ser comenzó a apoderarse y ya no se fue nunca más.

Por eso a la tercera semana tuvo que salir a comprar pastillas para dormir, estando agotado, mareado y débil salió a una farmacia cercana e indicando su carnet de doctor pudo adquirir algunas botellas de aquel medicamento.

Se obligó a comer un poco y respirando profundo para no vomitar la comida, se tomó dos pastillas de aquel somnífero. Se acostó en su cama y se durmió hasta la noche del siguiente día. Pasando los días, el comer solo cuando iba a tomar las pastillas se hizo costumbre.

Lo que más hacía era dormir gracias a aquellas pastillas, pero su cuerpo fue acostumbrándose y la depresión aumentando al sentirse solo y sin ganas de seguir viviendo. Por eso ya no eran dos pastillas, esa cantidad ya no le hacía efecto, ahora eran cuatro pastillas diarias.

Ya ni comía para tomarlas, apenas se levantaba de sus extremadamente largas horas de sueño y volvía a tomar las cuatro pastillas para volverse a dormir. Estaba acabando con su vida sin preocuparle realmente, porque solo cuando dormía podía encontrar paz ya que no soñaba absolutamente nada y no sentía aquel dolor insoportable.

Un mes había pasado luego de aquella salida a la farmacia y las pastillas se habían ido. Ya no quedaba ninguna en aquel frasco y Hoseok comenzó a llorar sin descanso, todo el tiempo que no lloró por dormir se había acumulado y ahora que ya no iba a tener paz, explotaba.

Intentó levantarse de la cama pero solo cayó al suelo golpeando su cabeza y comenzó a tener arcadas, pero no vomitaba nada al tener su estómago vacío. Solo en aquel momento supo que estaba muriendo, su cuerpo necesitaba con urgencia aquellas pastillas. Su vista comenzó a nublarse, todo aquel dolor que sentía iba desapareciendo lentamente.

Todo se puso negro y una paz increíble llegó para aquel joven doctor. Hoseok pensaba que si esto era la muerte y que si hubiese sabido que era así, habría acabado con su vida hace mucho. 

UN LINDO DOCTOR [VHOPE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora