Nuestra Primera Cita

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Luego de casi más de un año de no salir con alguien, accedí a que fuese contigo quien lo diría la persona que menos tendría en mente, aquí vamos.

Esa tarde fui a la peluquería me arreglé el cabello, las uñas y la cera; para que me arreglo tanto dije finalmente será una sola salida para que dejaras de insistir.

Llegaste a mi puerta a la hora acordada aunque sin un rumbo definido; acaso así planeas todas tus citas -pensé-.  Me preguntaste a dónde quería ir yo ni siquiera tenía ganas de salir ahora menos podría decidir a donde ir.

Primero llegaríamos al hostal de un amigo tuyo a tomarnos algo y hablar un rato; cuando parqueaste el espacio de mi puerta para abrir quedo tan estrecho que tuve que salir por el asiento del conductor, te echaste  reír cuando te dije mi puerta no abría; con ironía repetirte Tu Puerta quizás mi tono haya sido un tanto posesivo pero en verdad solo fue una expresión, relájate.

Llegamos al negocio de tu amigo donde efectivamente hablamos un rato luego de ahí querías algo con más ambiente; aún me pregunto cuáles eran tus intenciones para mi esa noche.  Como raro imposible conseguir parqueo en ese sector me hiciste caminar casi 6 cuadras con mis tacones puntilla de aproximadamente 15 cms, juro que te odie llegamos a una discoteca donde hablamos y tomamos y entre mis recuerdos solo se que el amanecer nos encontró sentados frente a la inmensidad de la bahía hablando de todo un poco.

A la mañana siguiente muy  temprano pasaste a recogerme para que te acompañara a hacer unos asuntos entre los que se encontraba ir a arreglar tu carro, la idea de una segunda cita en un taller lleno de mecánicos no sonaba nada atractiva.

Pasamos casi toda la mañana y parte de la tarde juntos, nos dimos uno que otro beso, y no sabía aún que tipo de historia me estaba aventurando.

Cartas a RosemberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora