1. 2010

862 29 2
                                    

Habia sido una boda preciosa. Clare,estaba guapísima con su vestido de inspiración griega y James, que era el hermano mayor de Adam, llevaba un smoking negro. Era el típico hombre que estaba hecho para llevarlo. Su pelo rubio estaba inmaculadamente peinado, pero lo que más destacaba, era esa mirada de penetrantes ojos grises.
Desde que se había acabado la boda no se había despegado de su esposa. Todo era realmente espectacular.
A la boda, me había invitado la familia del novio, ya que me consideraban prácticamente de la familia, a pesar de que solo fuera la niñera de Emily, la única nieta de la familia. Era una niña realmente encantadora y muy lista para tener cuatro años. Había sacado los ojos verdes de su madre y el pelo rubio de su padre, y con el vestido blanco que le habían puesto para la ceremonia parecía un angelito.

Creo que aproximadamente habría unas doscientas personas al acabar el banquete. Sin embargo, ya sólo quedábamos nosotros seis, James y Adam, sus padres; Carmen y Henry, Clare, Emily y yo.

Carmen me había comprado un vestido preciso azul eléctrico, que acentuaba demasiado mi piel olivácea. Se ajustaba a mi silueta destacando mis curvas redondeadas y mis pechos, que eran más bien normalitos. Tenía diecisiete años pero esperaba, que me crecieran un poquito más. No estaba gordita pero me sobraba unos kilitos. El look estaba rematado con unos tacones negros , de aguja con la punta redonda y el pelo castaño rojizo, caía en ondas hasta la altura de mis codos. Estaba completamente fuera de mi ámbito con ese look, porque mi vestuario en el noventa por ciento de las ocasiones se componía de vaqueros, sudaderas anchas y converse.

Estaba admirado las vistas del exterior completamente nevadas, de Navacerrada. Durante la ceremonia y el banquete el tiempo, había dado una tregua pero juraría que por lo rojizo que se estaba poniendo el cielo, ,está tregua no dudaría mucho. Tan ensimismada como estaba con las vistas, no oí que alguien se acercaba por detrás.
-Estas muy guapa esta noche- Pegué un saltito, por el susto que me había dado. Reconocí su voz al instante, porque cada vez que la oía en mi cara se dibujaba una sonrisa estúpida, me ponía colorada y un millón de mariposas invadían mi interior.
-Me has asustado Adam- Le dije roja como un tómate. Mientras colocaba un mechón de mi pelo, detrás de mi oreja.

Me gire y lo que vi me dejo paralizada por completo. No le había visto en todo el día porque estaba todo demasiado lleno de gente, que hacia prácticamente imposible ver a alguien al otro lado de la sala, era realmente agobiante. Llevaba un smoking igual que el de su hermano, pero a Adam le quedaba infinitamente mejor. A pesar de ser cinco años más pequeño que James y de tener treinta años, era más alto que él, estaría alrededor del metro noventa, yo a su lado parecía más pequeña de lo que de por si era, con mi metro sesenta. Estaba bastante musculado, lo habia podido apreciar en la piscina de su casa en varias ocasiones. Tenía una espalda bastante ancha, sus caderas eran estrechas y sus piernas muy largas y atléticas. Su pelo era de un negro demasiado oscuro, lo llevaba corto y peinado hacia atrás, a los lados de la frente le caían mechones de pelo.
-No deberías, no te voy a comer- Dijo con una sonrisa pícara en la boca. Dios como siguiera por ese camino mi cara se iba a convertir en lava.
-¿Dónde está Charlotte? No la he visto en todo el día.

Charlotte, era su novia desde hacía tres años. En este ultimo año ella había insistido, en el querían casarse. Sin embargo no había que ser un lumbreras para darse cuenta, de que ella quería que eso sucediera, lo más rápido posible, para convertirse en la señora de Wilson. Él siempre le había dicho que no estaba preparado para dar ese paso.
-Tenía que hacer una suplencia, por lo visto se ha puesto enferma una de las azafatas. Supongo que a estas horas estará cruzando el océano atlántico.
- ¿Y tú? ¿Cómo es que una chica como tú, esta solo en un sitio como este?- Solté una carcajada inmediatamente, porque era la letra de una canción, que les gustaba mucho a mis padres.
-¡Estas de broma! ¿todavía no te has dado cuenta de que carezco de vida social y que los chicos no se acercan ni a medio metro de distancia, de mi?- Me acerque mucho a él y le susurre-. ¿Te digo un secreto? A los chicos de mi edad no les suelen atraer las chicas con complejo de ratón de biblioteca.
La expresión de su cara cambio completamente. Se queso callado durante unos segundos y me miro fijamente.
- Ellos se lo pierden- dijo enfadado-. Eres una chica fantástica Rose no lo olvides nunca, el que no sepa verlo es un imbécil.
-Ya claro, eso lo dices porque me ves como a una hermana pequeña, no como a una mujer- Le respondí con la mirada clavada en el suelo.
- Rose- Pronuncio mi nombre de una manera muy seductora. mientras levantaba mi barbilla para que le mirara a los ojos-. Esta noche no pareces una niña pequeña. Créeme cuando te digo que eres una de las mujeres más inteligentes y bellas que he tenido el placer de conocer en toda mi vida- El contacto de sus dedos en mi piel quemaba. La temperatura comenzó a ascender y él no aparta sus ojos grises de los míos color miel. Me arme del suficiente valor que era capaz de tener y aparte su mano de mi piel.
- Voy a ver si tu padre necesita ayuda con la peque- El cerro los ojos, parecía enfadado y se separo de mi. En ese momento sentí una perdida enorme. El calor que me había invadido desapareció por completo, dejando paso a un frio helador.

Unidos Por el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora