Capítulo 1

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— No. ¡No digas una puta palabra más! ¡Ahórrate más mentiras, joder! —le grito sin consuelo— ¿Habías estado ocupado, no? Ella era "eso" con lo que estabas ocupado, ¿me equivoco? —su mirada está fija en mí. Las lágrimas empiezan a recorrer  también su rostro.

Finalmente calla. Quedamos frente a frente, mirándonos a los ojos. Su mirada perdida, la mía rota de dolor.

Giro la cabeza, guiando la vista fija al suelo, evitando la suya.

– Maya –suspira, acariciando suavemente mi mejilla, intentando llamar mi atención. Vuelvo a mirarlo, con cierto desprecio.

Se abre la puerta frente a la que estábamos sentados. Tras ella aparece la misma chica de la cual no sé aún su nombre. Se queda quieta, inmóvil frente a nosotros. Ambos la miramos, uno con más cariño que otro. Lucas se levanta, y seguidamente lo hago yo.

– Bueno, parece que sobro. Ya sabéis lo que dicen, tres son multitud –miro por última vez a Lucas, a modo de despedida. Éste me coge del brazo antes de que pueda siquiera dar tres pasos. Se coloca frente a mí, me mira de arriba a abajo, y se muerde el labio intentando disimularlo pero lo capto al instante. Lo miro confusa.

– Suéltame –le pido.

No dice nada, solo me mira. Mira mis labios y después levanta la mirada hacia mis ojos, hasta que vuelve a bajarla. Casi sin poder reaccionar me besa. Nos miramos y me sonríe. La chica se acerca por detrás, casi sin notarlo. Rodea el cuello de Lucas, éste se gira hacia ella y se besan tras unos segundos de suspense.

Vuelve a girarse hacia mí. Coge un mechón de pelo suelto y lo mete detrás de mi oreja, intentando volver a besarme. Mi reacción ya no es la misma. Sin esperarlo planto mi mano con fuerza en su mejilla, obligando a su cara a torcerse hacia un lado. Pone su mano en el lugar exacto donde ha recibido el golpe, que ahora está colorado y el dibujo de mi mano ligeramente marcada.

Se gira con agresividad hacia la chica, rodea su cintura y planta un beso en sus labios, bastante intenso a mi parecer. Mientras la besa abre los ojos, me mira con furia. No puedo evitarlo más y las lágrimas empiezan a brotar. Una tras otra, casi pisándose los talones. Cierro los ojos mientras sollozo, cada vez con más fuerza hasta que...

Abro los ojos.

– ¿Maya? ¿Estás bien? –aparece la imagen de Lucas, arrodillado frente a mí, frente al sofá.

Sin poder evitarlo, de la misma ira e impotencia le planto un bofetón en la cara. Lucas, sin esperarlo, me mira, algo descolocado. Empiezo a llorar desconsoladamente.

– Eh, enana –ignora lo que acaba de pasar– ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?

No obtiene respuesta.

Me logro incorporar hasta poder abrazarlo. Lo hago con fuerza, como si llevase años sin verlo– Lucas... –es lo único que consigo sollozar.

Cuando ya cesa el llanto consigo explicarle con detalle lo que ocurre– Era todo tan real... –confieso.

– ¿Cómo puedes pensar que te haría yo eso a ti, Maya? –dice desconcertado.

– No lo sé, Lucas, llevabas varias semanas raro. Parecía que querías evitarme. Siempre estás ocupado y se me ocurrió que... bueno, eso –evito nombrarlo.

– Maya –suspira, volviendo a abrazarme– No pienses más en eso, por favor.

– Joder, he fastidiado la sorpresa –me lamento– Quería que este reencuentro fuese diferente, quería que fuese, no sé, perfecto.

– Ya es perfecto, Maya. Solo por el simple hecho de que estés aquí es más que perfecto –sonríe, besándome.

Echaba tanto de menos sus besos, sus abrazos, su aroma... Lo echaba tanto de menos a él, a cómo me siento cuando esta conmigo.

Siempre Tú, EnanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora