¿Podemos...?

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Midoriya Izuku

Habían quedado en estudiar en la habitación del pecoso, ya que al parecer la asignatura de química parecía resistirse ante ti. Él siendo un buen novio por supuesto se ofreció a ayudarte.

Estabas en su cama recostada boca abajo con el libro abierto frente a tus ojos, y unos cuantos destacadores rodeandote. Estabas sufriendo.
Por su parte, Izuku se encontraba a tu lado sentado en la silla con rueditas del escritorio, su pecho estaba pegado al respaldo de esta y desde ahí con la ayuda de un lápiz te señalaba ciertos fragmentos de la explicación y lo traducía a palabras que pudieras comprender.

—Ahora tienes que fijarte si la ecuación está equilibrada, sino lo está tienes que equilibrarla tú, puedes usar la técnica de tres simples para eso.— Comentó con la voz tan dulce que poseía, esta se volvía aún más suave cuando se dirigía a ti.

—Oh, comprendo.— Ignoraste las mariposas en tu estómago y procediste a desarrollar el ejercicio en tu cuaderno.

El peliverde sonrió para sí mismo orgulloso de ti, se alejó deslizándose con la silla hasta su escritorio y siguió con su tarea de japonés. Estaban acabando el segundo año en la U.A y todos se encontraban luchando contra los exámenes finales. Decir que estaban estresados era poco, pero mañana era su último día con evaluaciones.

Tú ya habías terminado la tarea que ahora realizaba tu novio, a decir verdad se te daba bastante bien esa materia, pues siempre aprobabas con la nota máxima. Izuku tenía suerte de tenerte a su lado ahora mismo, pues una duda había surgido.

—____.— Volteó dispuesto a consultarte.

—Porfavor dame un segundo cariño, estoy en un punto crítico del ejercicio.— Tu respuesta le hizo sonreír, en serio eras demasiado tierna ante sus ojos.

Guardó silencio para no desconcentrarte, sin darse cuenta comenzó a admirarte, era tan afortunado de tenerte.

De un momento a otro llevaste el bolígrafo a tu boca pensativa, vió como separabas los labios por un momento y volvías a juntarlos alrededor de este. Midoriya tragó duro, se descubrió a sí mismo recordando ciertos sucesos de hace una semana atrás, en los cuales también habías usado la boca de una forma parecida.

Decidiste escribir algo, pero eso no quitó el hecho de que sigas jugando con tu lengua, pasándola entre tus labios lentamente.

Los colores subieron al rostro del chico rápidamente, incluso una gota de sudor se deslizó por su frente. Se removió en su puesto algo intranquilo, y sin poder controlarlo su mirada te recorrió de pies a cabeza, la posición en la que estabas le daba una perfecta vista de tus curvas, aún cuando seguías usando el uniforme, pues a penas tocó el timbre ambos se encaminaron hasta la habitación del ojiverde.

—¡Ya está!.— Exclamaste feliz, y él rápidamente regresó su mirada a tu rostro.— ¿Qué me ibas a preguntar, Izuku?.— Le sonreíste con dulzura, provocando que desviara la mirada al piso.— ¿Pasa algo?.— El repentino cambio en su comportamiento te hizo preocuparte.

El peliverde estaba teniendo un gran conflicto consigo mismo en ese instante. Él quería, pero no sabía como pedírtelo. ¿Y qué pasaba si lo rechazabas? No podría soportar la vergüenza.

—_-____.— La tarea había pasado a segundo plano dentro de su cabeza.— Es que…— Ni siquiera podía verte a la cara por más de dos segundos.— Me preguntaba si…

—No estoy comprendiendo nada Izuku.— Te levantaste de la cama y te agachaste frente a él tomando sus manos para darle ánimos.

Ese acto inocente por tu parte fue más de lo que pudiera soportar el pecoso y estuvo a punto de salir corriendo.

BNHA ~Escenarios~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora