Romeo to Cinderella

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Empezamos con mi canción favorita de todo el mundo musical, con la que conocí VOCALOID.

Si se lo preguntan, sí, hice trampa porque elegí esta canción para empezar el reto. Pero buano, el resto de canciones serán completamente aleatorias. Es una historia corta para ir calentando, ya saben, algo no tan elaborado y simple. Espero que les guste.


La noche de la pareja

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   Una multitud pelmaza visualizaba el espléndido baile de su Alteza junto con aquella chica que todos desconocían de nombre y procedencia. Mujeres envidiosas haciendo berrinches en sus pomposos vestidos entallados, quejándose de que el muñeco haya elegido a una cualquiera sobre señoritas de tan alta estirpe. Hombres imaginando la posibilidad de acercarse a la bella dama, si el príncipe la quería era porque era de buena categoría, ¿no?

   Al tiempo que ellos eran el núcleo de bullicio y chisme en el gran salón, el padre del muchacho, Rey de las tierras de Verona, busca de manera desesperada separar a la plebeya de las manos de su hijo. Con un rostro iracundo y con una jovencita siguiéndole el paso en mayor calma, el señor de más alto cargo desaloja su cómodo asiento para ordenar a los músicos que acaben con la infame pieza. Rolina, mejor conocida como la princesa Miku, suspiraba por el exasperante comportamiento del Rey Tonio, prefiriendo quedarse cerca del trono a seguir caminando sin rumbo exacto a espaldas del castaño. La música era de su gusto, los instrumentos orquestados con maestría la hacían mover sus latidos y deseaba que la que bailara bajo los intensos ojos de los espectadores fueran ella y su gran amor, la misma que yacía en las garras del amor prohibido con el sucesor de los Capuleto. Ése mismo con el que estaba comprometido y la razón por la que fue obligada a asistir al baile.

   Se alegraba que su amigo de infancia se divirtiera, gozando en las brasas de la ilusión de un divino lazo con la señorita Montesco, deseaba su felicidad y junto a ella lo era. Pero, también tenía enterado que esa misma felicidad contaba con una fecha de caducidad. El Rey forjó sus planes y no había fuerza en este mundo que le impidiera no ejecutarlos. Rosalia se casaría con el joven Romeo Capuleto, conocido por sus cercanos como Len. Ella ya se había resignado, pero él no.

   Más de una vida entera de riñas entre los Capuleto y los Montesco haría que esos dos se conocieran sí o sí en algún momento. Es así como Julieta de Montesco, mal apodada como Rin, se enamoró del fruto de la discordia en posesión de sus rivales. Y lo mismo iba para el niño de rubios cabellos, que cayó rendido a los pies de la impecable fémina. Bueno, no lo culpaba, ella misma estaba enamorada de la amante de Len, empero, ése es su secreto mejor guardado.

   Mejor guardado que el de ellos dos, por supuesto.

   Cuando la vio aparecerse envuelta en un pulcro vestido blanco en la pista de baile, supo que sus jueguitos de amor encontrarían el fin en ese instante. Mas, empalagosos como lo eran, mandaron al carajo la congruencia del espacio y tiempo y se pusieron a danzar, como si la familia real fuera ciega para no darse cuenta que una Montesco se coló.

   ¿Qué estaría pasando por sus cabezas para que hicieran tal estupidez?

   Cosas cursis, eso ocurría. Para ellos, el mundo dejó de existir cuando sus manos se tocaron, viajando sobre su propia burbuja sin ninguna clase de remordimiento o temor.

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