Amanece

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Desde hace mucho tiempo que ya había tenido preparada la lista de canciones que me figuraron en la playlist, así que más o menos ya tengo planeado por lo menos más de la mitad de los shorts que aparecerán por aquí.

No se emocionen, eso no cambia nada.

A lo que quiero llegar, tenía pensado que esta canción sería con la que cerraría el chalange. No obstante, debido a que mi vida es un retraso y que tenía jodidas ganas de canalizar mi melancolía de alguna forma, aquí estamos.

Cabe destacar que no es tan achicopalador como me gustaría, sólo porque ya no sé escribir, o narrar, o existir.

Se darán cuenta que el relato de hoy es un poco mucho diferente a lo que acostumbro escribir, pero me di cuenta que escribo fanfics que yo no leería (con sus contadas excepciones), así que estoy buscando que Satanás me ilumine o me elimine.


*: Los soldados "kamikaze" fueron pilotos de la unidad aérea suicidas del ejército japonés que en la Segunda Guerra Mundial se estrellaban voluntariamente contra las embarcaciones extranjeras, cargando de explosivos contra el objetivo enemigo.

**: "Rainer" es un nombre de origen alemán que significa: "rainero", en referencia a los consejeros del ejército.

***: El 12 de febrero de 1942, el Gobierno de Estados Unidos aprobó la Orden 9066, según la cual todos los inmigrantes japoneses y la primera generación de estos nacidos en Norteamérica serían deportados a unos campos de internamiento.

****: Manzanar es uno de los campos más conocidos. Este, a diferencia de otros levantados en terrenos pantanosos, estaba situado en un erial en la ladera oriental de la Sierra Nevada de California. Su emplazamiento lo hacía un lugar terriblemente duro.

*****: Como compensación por las pérdidas y al encierro de las víctimas de la Orden 9066, las autoridades tan sólo entregaron a los reclusos 25 dólares y un billete de tren.



Hasta que la muerte nos separe

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   En la tarima del quisco, el compás da inicio.

   —¿Quién es ése?

   Le levanta una ceja divertida. —Quién más, sino, el viejo chino del pueblo.

   —¿O sea...?

   Lo confronta verdaderamente inquisitivo.

   —¿No lo has visto antes? Ha estado aquí desde, no lo sé, ¿siempre?

   La tristeza de la tuba realza al grupo, la gente en el parque se detiene a mirar.

   —Desde que tengo uso de razón, el anciano viene a cantar.

   —Mmm, ¿de verdad? Hablando de seguir tus sueños.

   La gastada, y sin embargo aún afinada, voz del interprete principal se distingue de los instrumentos. Sentado en un banquito de madera, la guitarra sostenida en sus arrugadas manos, un sarapito cubriéndole las piernas.

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