— Carajo... Esa idiota... — Jeanne Alter va caminando rápidamente por la calle apretando los dientes.
Minutos antes se había tomado con Arturia Alter, quien nunca le cayó bien, y ese sentimiento aparentemente era mutuo.
Al meter las manos en su bolsillo al llegar a su hogar notó que no tenía sus llaves.
— carajo carajo carajo, este día no puede ser peor, primero me cruzo a esa idiota y ahora esto, se me deben haber caído por haberme ido tan rápido de ese maldito lugar.
Decidió volver sobre sus pasos no sin insultar todo el camino de regreso.
Pero las llaves nunca aparecieron, cayó la noche buscando y Jeanne explotando en rabia comenzó a patear una señal de tránsito.— Que maldita perra escandalosa — se escuchó en medio de la noche, era Arturia Alter.
— De toda la gente que podía encontrar... Tenés que aparecerte no una sino dos malditas veces en el mismo día.— dijo Jeanne sin esconder la cara de repulsión.
— Que horrible cara estás haciendo ahora mismo maldita perra loca. ¿Y bien? ¿Que te trae por estos lugares? ¿Estás tratando de avergonzarte públicamente o te estás prostituyendo?
— Cerra el pico tabla de planchar... Si quisiera lo haría, ya que al menos tengo algo de carne que ofrecer no como otras... — dijo sonriendo con maldad.
— Ah ya veo, entonces te dejo trabajar en paz... — dijo eso y se dio media vuelta.
— Un segundo, ¿Ni siquiera vas a preguntarme si necesito ayuda? Veo que no hay nada en esa cabeza.
Arturia suspiró y se volvió hacia Jeanne.
— A juzgar por la hora, y que luego de verme te fuiste corriendo y ahora te veo aquí, asumo que perdiste algo, y por tu mal humor supongo que serán las llaves.
Jeanne se quedó en silencio malhumorada. Arturia suspiró y se llevó las manos a los bolsillos.
— Bueno, si encontraran tu cadáver y yo fuera la última persona que viste tendría problemas de seguro... Así que... — sacó sus manos de los bolsillos y le mostró unas llaves.— Deberías pasar la noche en mí departamento, temprano mañana más vale que te hayas ido. — dijo Arturia y empezó a caminar sin mirar atrás. Jeanne siguió sus pasos en silencio sin dejar de quejarse en voz baja.
Llegaron y al entrar Arturia la obligó a sacarse las botas y dejarlas en la entrada.— Deberías bañarte, vas a llenar mí departamento de olor a perro sucio.
— ¿Eh? Si serás idiota, ¿No ves que no llevo nada conmigo? Maldita rubia ciega.
Arturia la miró de reojo y le señaló una bata de baño que estaba en la entrada del baño.
— Haz lo que quieras. Si no te bañas vas a dormir en el piso.
— Maldita loca obsesiva... — dijo Jeanne, tomó de manera agresiva la bata y entró a bañarse.Al salir Arturia estaba cocinando.
— Así que hasta un rey inútil sabe hacer quehaceres, ¿Quién hubiera imaginado que sabrías cocinar un huevo? — Jeanne rió, abrió sin permiso la heladera y sacó una cerveza.
— Ey perra, ¿Que haces? — dijo Arturia señalando a Jeanne con la cuchilla.
— ¿Que pasa? Resultaste un rey bastante mezquino — sonrió y se dispuso a tomarla.Arturia se abalanzó sobre Jalter que estaba sentada cómodamente en su sofá y la tomó del brazo.
— ¿Que carajo te pasa? — dijo Jeanne molesta.
— Eso pregunto yo, te recuerdo que estás en mí territorio.
— ¿Territorio? Después la perra loca soy yo, soltame maldita reina de hielo, me da asco que me toques, y me enferma tener ese cuerpo insulso tuyo cerca.
— ¿Cómo dijiste? ¿Que te enferma? ¿Que mí cuerpo es insulso? No podría alegrarme más causarte toda esa repulsión...Arturia sostuvo con fuerza ambas manos de Jeanne y la bata de baño de ésta se fue abriendo a medida que forcejeaban.
— Pero mira que cuerpo perverso que tiene ésta maldita perra francesa... Ya veo porque fuiste quemada en la hoguera.— dijo y Jeanne reaccionó.
— T-Te estás pasando de la raya, maldita... — dijo con una mirada llena de resentimiento.Arturia vió como los pechos de Jeanne ya se asomaban.
— ¿Que sucede francesita callejera? ¿Te dió frío o estás descubriendo fetiches nuevos?
Jeanne bajó la mirada y jadeando se zafó de las manos de Arturia que aún la sostenían.
— Me das asco... No podría sentirme bien...
Jeanne dejó correr unas cuantas lágrimas. Arturia llevó sus manos hacia el rostro de Jeanne sin decir nada.
Jeanne trataba de dejar de llorar mientras hablaba:
— Más te vale no tocarme, lo único que he conocido es el dolor, mí cuerpo no conoce más que el dolor de la guerra, de la tortura y la muerte siendo abrazada por el fuego, solo siento dolor y odio. No existe algo así como el placer para mí.Jeanne había dejado de llorar, en ese momento Arturia apartó del todo la bata que aún cubría levemente a Jeanne, agachó la cabeza hasta estar a la altura de su pecho y empezó a acercar sus labios...
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La reina del hielo y su perro (Finalizada)
FanfictionJeanne y Arturia nunca se llevaron bien, pero todo cambia cuando se ven obligadas a pasar una noche juntas...