For you [Klance]

F I N A L

Lance... Lance... Quédate conmigo.

Lance...

Te amo, Lance

Tomando una gran bocanada de aire y con el corazón latiendo a toda velocidad, abrió los ojos, encontrándose frente a sus amigos y  su hermana, quien al verlo despierto lo abrazo fuertemente.

—¡Lance, que alivio! Creíamos que no funcionaría, pero que bueno que ya estas aquí de nuevo.

—¿Allura?

Desorientado, comenzó a ver a su alrededor dándose cuenta que estaba justo afuera del castillo de Altea, rodeado de sus amigos paladines, su cuñado y su hermana.

«Lance»

Se paró de golpe, agarrándose la cabeza con una mano por el fuerte mareo que le invadió, pero eso no le impidió comenzar a ver a su alrededor desesperado.

—¿Keith? ¿Dónde está Keith? ¿Cómo llegué aquí? Debo volver con él.

—¿Lance, estás bien?

—¡Keith! Y-yo necesito volver con él.

—Creo que esta afectado por todo lo sucedido, llevemoslo a su habitación, debe descansar —habló Lotor.

—¡No! ¡No quiero nada! ¿Dónde está Keith? ¡Necesito ir con él... Y-yo...!

—¡Lance! Tranquilo, solo estás alucinando por todo lo que te paso, ven, vamos a casa.

—N-no... Yo...

El sabía que no era un alucinación, todo fue real, los momentos felices que pasó en la tierra y su amor por Keith eran verdaderos.

Pero entonces, ¿Por qué estaba tan inseguro... Y sentía que todo no fue nada más que un lindo sueño?

Uno del que desearía jamás haber despertado.

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—Cuando Lance y Keith vuelvan, hay que ver El extraño mundo de Jack.

—¡Pero papá, apenas la vimos hace unos días!

—¿Y qué? Mi casa, mis reglas.

—Jackson Kogane, no seas grosero.

Shiro sonrió divertido al ver discutir - nuevamente- a su familia y siguió leyendo su libro frente a la chimenea mientras acariciaba a Kosmo, hasta que el sonido de la puerta abriéndose se oyó por toda la casa.

El primogénito se levantó del suelo y se acercó a la entrada con una sonrisa, misma que se extinguió al ver a su hermano.

—Hey Keith, ¿a dónde fue- ¿Keith? ¿Qué pasó?

Un tembloroso pelinegro corrió a abrazarlo apenas lo vio, llorando desconsoladamente en su pecho. El contrario le devolvió el abrazo, confundido y desconcertado.

—¿Shiro? ¿Keith? ¿Qué pasó?

Preguntó su madre preocupada, llegando junto con los otros dos hombres de la casa que al igual que ella estaban extrañados.

—N-no lo sé, apenas me vio comenzó a llorar, no ha dicho nada.

—Keith, cielo, dinos que pasa.