El tiempo no pasaba en Londres, era como ver nuevamente una vieja pintura, erosionada por el viento, con el movimiento constante de la gran urbe. Londres era todo lo que una ciudad debería ser, antigua, grande, apretujada entre los condominios que nacían como si fuesen ramillas de césped en un terreno que poco a poco se hundía. Personas caminando de un lado a otro, las avenidas con vueltas imposibles, luces parpadeando y el oxígeno casi terminándose. El olor de Londres no era más satisfactorio que el de New York, era como su contraparte del otro lado del océano.El chofer se adelantaba entre los pequeños taxis, entre los automóviles y los enormes autobuses rojos de dos pisos que siempre habían sido un distintivo de aquella ciudad. Londres, el lugar de su infancia, el lugar donde los recuerdos se acomodaban como si fuesen las banderillas tricolores adornando cada fachada de edificios y locales.
En Londres oscurecía demasiado rápido, y eso le gustaba, que las farolas que intentaban iluminar una extensa calle fuesen las que escondían a media luz los rostros de las personas, ahí en esa ciudad tan grande existía la soledad que tanto deseaba tener en New York.
El edificio de cristal de Industrial Light & Magic se veía pequeño en comparación con los demás, estrecho, con los cristales tan limpios que en un par de horas estarían manchados por la contaminación.
Lorenzo le abrió la puerta del automóvil, el hombre había trabajado en la seguridad de la familia desde antes que ella naciera, su padre había dispuesto que lo utilizara para poder moverse en Londres, como si ella no se supiera las intersecciones de cada línea del subway o como su tarjeta azul de Oyster no tuviese aun fondos.
El gafete que le había enviado su tía Kath resplandecía en su mano, con una fotografía poco favorecedora, y su nombre completo que parecia una oración completa. Un guardia de seguridad la miró de reojo cuando paso la tarjeta frente a la puerta y esta se abrió automáticamente, detrás de ella Lorenzo caminaba como si fuese su sombra.
—Stai tranquillo, vattene a casa, ti richiamo dopo. Grazie Lorenzo— (Tranquilo, ve a casa, te llamó más tarde, gracias Lorenzo) dijo en uno italiano un poco marcado, el hombre de ojos verdes asintió sin siquiera mover un musculo de su maduro rostro.
Lorenzo era una persona seria cuando bajaba del auto, pero dentro siempre se reía de sus malos chistes, había pasado mucho tiempo con él y precisamente era uno de los choferes de confianza.
Una chica de estatura baja, con enormes ojos negros, además de un cabello extremadamente largo, probablemente estaba haciendo una pasantía ahí, porque no se veía nada mayor.
—Señorita Bartorelli, un placer conocerla— le extendió la mano y Maddie la tomo con delicadeza, sonriéndole para no sentirse tan incómoda con la forma en que le hablaba.
—Hola, ¿Cuál es tu nombre?— preguntó pues la joven estaba demasiado nerviosa como para recordar que debía decirle su nombre; entrecerró los ojos fuertemente casi como si se golpeara en la cabeza
—Valentina de León— dijo con una sonrisa amplia, como la que nunca se vería en su rostro, porque simplemente no había aprendido a sonreír lo suficiente.
—Bien, Valentina necesito ir donde Rian— asintió bruscamente, así que le indicó el piso a donde debían ir.
La chica seguía hablando, pero todo lo que podían captar sus ojos era la forma en que movía los labios, era como estar viendo algún tipo de video en YouTube donde una niña menor de edad te explica como tienes que ponerte el maquillaje para cierto tipo de evento.
Maddie sólo asentía a lo que decía, además de entender cierta terminología pues al parecer quería ser guionista, se perdió en la parte en la que le decía de lo mucho que había escrito en su proyecto para ser aceptada en la universidad de Londres; lo único que quería era que el elevador subiese más rápido, no tenía cabeza para pensar en lo que la chica le estaba diciendo, menos cuando su mente sólo tenía una imagen pegada en cada pensamiento. La maldita imagen de Adam Driver.
ESTÁS LEYENDO
𝓣𝒉 𝒐 𝒓 𝒏 𝓼 || ᴀᴅᴀᴍ ᴅʀɪᴠᴇʀ
Fanfiction━━━━━━━━━━━━━━━━✧♛✧━━━━━━━━━━━━━━━━━ Hesse escribió "La mitad de la belleza depende del paisaje; y la otra mitad de la persona que la mira..." y si lo miraba a los ojos, sin poder posponer aquella fatídica escena dónde pronunciaría su nombre, y éste...