La gala

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Hey Queridxs Lectorxs les dejo aquí otro capítulo de la historia. Quedó un poco largo así que seguramente suba el siguiente en dos o tres días.

Capítulo 5
La gala

Ella tenía 16 años cuando asistió a su primer concierto de Tchaikovsky. El teatro era hermoso y los instrumentos se veían impecables. Se había sentado entre sus padres. Su madre a su derecha, con su negro cabello cayendo por su espalda como una cascada de risos y un pomposo sombrero azul índigo sobre su cabeza.  Su padre se había sacado su sombrero de punta y jugueteaba con este entre sus dedos.

La música era una de sus más íntimas pasiones. Su padre le había regalado una caja de música cuando cumplió diez. La caja era de plata, con un hermoso decorado y una pequeña bailarina en el interior. Ella guardaba aquel presente como su mayor tesoro. Su madre le había besado la frente cuando le entregaron la pequeña caja. Cuando la abrió, sintió la mano cálida de su madre sobre la suya; girando el regalo le mostró que tenía las iniciales de la ojiverde en la parte de abajo.

Los acordes de la composición de Tchaikovsky comenzaron a llenar el teatro. Ella cerró sus ojos. Sus sentidos envueltos en aquellos sonidos perfectos. Oh cuánto deseó que el concierto no llegase a su final nunca. Pero todo lo bueno debía acabar y pronto estaban poniéndose de pie. Su padre hablaba sobre sus momentos favoritos, comentaba sobre como le encantaría tener un hijo y enviarlo a estudiar música.

La ojiverde le escuchaba casi como un murmullo en el fondo. Habían instantes en los cuales deseaba haber sido ese primogénito con el privilegio de estudiar música y aportar en las conversaciones políticas. En su lugar, le había tocado ser la hija que debe bajar la cabeza y asentir cuando se hace algún comentario de cualquier índole. Mordió su labio inferior mientras se acercaban a la carroza que les llevaría de regreso a la finca. Observó al joven Jack cortejar a una rubia a lo lejos. Escuchó a su madre mencionar lo buen mozo que sería al cumplir la edad casadera. No encontró nada interesante en el joven que las demás señoritas consideraban tan apuesto.

La joven pelinegra nunca hubiese imaginado que tendría la más larga de las vidas para escuchar a Tchaikovsky. Tendría una vida inmortal para memorizar las piezas de Bach y Mozart. Una vida para deslizar sus dedos sobre las teclas de un piano de cola o apoyar su cuerpo de la cabecera de la cama y acomodar el violín contra su pecho. Vivir eternamente podría tener sus virtudes como tenía sus defectos. La música fue uno de sus refugios mientras intentaba adaptarse a su nueva vida. Un escape mientras aprendía a ser una Luthor.

-Querida, en este mundo sobrevive el más inteligente. Si muestras miedo, si dudas, te despedazarán tan rápido que ni siquiera lo notarás.- le había comentado Lilian una tarde mientras le servía en una copa una bolsa de la sangre que guardaba en el almacén.

-¿Por qué me ayudaron? - cuestionó Lena frunciendo el ceño cuando, al probar la sangre, descubrió que el sabor era un poco diferente a beberla directamente de algún humano. Su monstruo interior emitió una queja en forma de gruñido. 

-De cuando en vez...uno necesita limpiarse el alma...aun si no tenemos una.- replicó la mujer. Sus dedos se habían cerrado alrededor de la copa y llevándola hasta sus labios disfrutó el sabor.

-Sé qué hay algo más...

-Eres más inteligente de lo que había pensado. Siempre hay una segunda intención detrás de las buenas obras. ¿No es así?

-¿Qué quiere?

- En un principio no deseaba nada. Pero...ya que estás aquí, hemos pensado que podrías ser de utilidad. Eres joven, bonita y una vampira recién convertida. Tu sed por la sangre te hace tan fuerte.

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