𝐏𝐑𝐎́𝐋𝐎𝐆𝐎

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Con movimientos lentos acomodé una última sudadera dentro de la maleta. Antes de cerrarla deslicé la yema de mis dedos sobre la desgastada tela gruesa recordando lo suave que solía ser. 

"¿Ya estás lista, cariño? Necesito cargar las maletas en el auto" preguntó la voz de mi padre desde el marco de la puerta. Giré sobre mis talones y di un paso atrás para que pudiera observar el estado de la maleta, la cual se encontraba a punto de estallar. 

"Um, no puedo cerrarla". 

Se acercó a la cama después de enviarme una mirada desaprobadora. "¿De dónde sacaste tantas cosas? hija te dije que solo llevaras lo necesario, allá puedes comprar lo que necesites". Posicionó sus manos en la parte alta de la maleta y empujó hacia abajo cargando su peso para aplastar la ropa, rápidamente deslicé el cierre hasta sellar el equipaje.

De un tirón bajó la maleta de la cama para situarla en el suelo y dirigirse con esta hacia las escaleras. "Oye, ¿estás seguro de que no puedo viajar con ustedes?" pregunté haciendo un puchero. Por lo general, los pucheros lograban conseguirme cualquier cosa, pero esta vez anticipó mis intenciones y desvió su mirada hacia los escalones. 

"Charlie ya hemos hablado de esto" era la décima vez que respondía la misma pregunta, por lo que no me sorprendía que sonara exhausto. "Sabes que no puedo llevarte conmigo a la gira porque tienes que asistir a la escuela".

"Pero puedo coger clases online, por favor papá, me dejarás a cargo de un extraño" le seguí hasta el auto con mis súplicas, y abrí el maletero al ver que no tenía intenciones de apoyar la maleta en el preciado césped de Renée.

"Cariño no es un extraño, se trata del padre de Isabella. Además, hablé con el por teléfono y está más que encantado de tener un poco de compañía".

"Eso no lo hace menos extraño, jamás lo he visto después de todo" repliqué cruzándome de brazos.

"Charlie Swan es el jefe de la policía de Forks y Renée confía plenamente en él para dejarlas a su cuidado. Mira el lado positivo hija, finalmente podrás crear lazos con Isabella" con un medio abrazo me pegó a su costado y nos dirigió nuevamente hacia la casa para recoger las últimas cosas. 

"Lazos con Bella..." gruñí entre dientes para evitar que me escuchara. "Papá sabes que no tenemos absolutamente nada en común además de ustedes" con resignación dejé caer mi cabeza hacia un costado golpeando suavemente mi sien contra su pectoral derecho. 

"Son adolescentes, ya se les ocurrirá algo" palmeó mi mejilla un par de veces para luego depositar un beso en mi frente y con un guiño de ojo voltearse y dar por terminada la conversación. 

"¡¿Bella, ya estás lista?!" Renée exclamó desde el pie de las escaleras, con ambas manos alrededor de su boca para hacer una especie de megáfono. "¡Debemos llegar pronto al aeropuerto si no queremos que pierdan su vuelo!".

Segundos después, Bella emergió de su cuarto con un mini cactus entre las manos. Al llegar al recibidor pasó por mi lado lanzándole una rápida mirada al perro sentado a mi izquierda. Solté el aire de mis pulmones con pesadez, definitivamente me había quedado sin opciones. Tendría que dejar mi hogar en Arizona y mudarme a Forks temporalmente para vivir con mi hermanastra y su padre.

"Vamos Duke, es hora de irnos." suavemente tiré de la correa de mí Border Collie en dirección a la salida. Abrí la puerta del auto y solo basto un pequeño ademán con la cabeza para que Duke subiera de un salto y rápidamente se acomodara en el asiento de en medio. 

"¿Están seguras de que llevan todo, chicas?" preguntó Renée volteando a vernos al mismo tiempo que abrochaba su cinturón de seguridad.

"Sí..." ambas respondimos en un murmullo conjunto sin mirar a nadie en específico.

Al notar la tensión que inundaba el ambiente, mi padre no dudó en encender la radio. La voz de David Bowie comenzó a sonar por los parlantes del auto, y antes de que me diera cuenta ya estaba cantando a todo pulmón junto a mi padre y Renée. Bella nos observaba como si estuviésemos locos de remate, pero no le di importancia y canté aún más fuerte disfrutando de los últimos minutos que pasaría junto a mi padre hasta que su gira finalizara.

Al llegar al aeropuerto, papá bajó las maletas del coche y luego se lanzó sobre mí para envolverme en un abrazo de oso. Renée, imitando nuestra acción, abrazó a Bella apretando su delgado cuerpo con fuerza. Solté una carcajada al ver como los ojos de Bella se abrían se forma exagerada como los de un pug.

Dando un paso hacia atrás, papá deslizó uno de sus brazos sobre mis hombros en un medio abrazo e hizo lo mismo con Bella, "Tengo el presentimiento de que ustedes se llevarán muy bien". 

"Así será" aseguró Renée acercándose a mi lado libre para darme un abrazo similar al de Bella. 

Una vez liberada del abrazo mortal, papá se acercó nuevamente para depositar un beso sobre mi cabeza. "Cuídense mucho, las amamos". 

Sabiendo que su hija era lo bastante torpe como para tropezarse al caminar con una maleta en cada mano, Renée se acercó a Bella para ayudarle a movilizar una de sus maletas hacia la terminal del aeropuerto. 

"Te amo Charlie, eres lo más preciado que tengo, así que por favor no dudes en llamar para lo que necesites" dijo papá a modo de despedida dándome un último abrazo para luego inclinarse hacia abajo y acariciar tiernamente la cabeza de Duke. 

"No te preocupes y yo también te amo papá" una pequeña sonrisa se asomó en mi rostro al ver como luchaba por retener las pequeñas lágrimas que aparecieron en sus ojos. Esta era la primera vez que pasaríamos tanto tiempo separados, ya que desde la desaparición de mamá años atrás, siempre habíamos sido los dos contra el mundo. 

Nos adentramos en el aeropuerto, el cual estaba repleto de personas corriendo de un lado a otro en un intento por alcanzar sus respectivos vuelos a tiempo.

"¡Disfruten de la gira!" grité moviendo efusivamente mi mano en señal de despedida, antes de desaparecer en dirección a las puertas de abordaje.

El viaje junto a Bella fue absolutamente incómodo y aburrido. Solo transcurrieron quince minutos del despegue y la castaña se quedó profundamente dormida sobre mi hombro, soltando pequeños ronquidos de vez en cuando.  

𝗦𝗲𝗺𝗽𝗶𝘁𝗲𝗿𝗻𝗼 (𝗘. 𝗖𝘂𝗹𝗹𝗲𝗻)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora