Steve tomó su teléfono y llamó a Sam.
—Hey, Sam. Espero que estés bien. Mira, sé que tu tío trabaja en transporte. ¿Crees que me pueda conseguir algún camión de mudanza lo más antes posible?
—Hola, Steve. Le preguntaré justo ahora. ¿Está todo bien?
—No. No lo está. Yo... Es Sharon, ya cruzó el límite. Ha lastimado a Wanda y eso sí que no voy a permitírselo.
—Sí, eso ya no me parece correcto. Y bueno, no es como si todo lo que ha hecho me parezca correcto. ¿A dónde planeas mudarte?
—Hay una casa en alquier a buen precio cerca de donde vive mi madre. Supongo que iré allá.
—Suena bien. Ya te avisaré sobre el transporte. Cuida mucho a mi sobrina, ¿sí?
—Sabes que lo haré. Espero tu llamada.
—Claro, hasta pronto.
Steve subió los escalones y entró a su recámara con Wanda.
—Hola, cariño.
—Hola, papi. ¡Mira! Ya hice tres pasteles consecutivos bien. Soy una experta, me haré chef. —Sonríe, hablando del juego de la computadora, lo cual hace al rubio sonreír también al ver que ella no estaba mal a pesar de lo sucedido.
—Serías excelente, mi amor. Oye, ¿puedo hablar contigo un minuto?
—Sí, eh... —Buscó el botón de pausa y luego lo miró.— Listo. ¿Qué sucede, pa?
—Cariño, yo... he tomado la decisión de mudarnos, pero solo tú y yo. Mamá se quedará aquí por... ciertas razones.
—¿Es por esto? —Dijo levantando su brazo.— ¿Es mi... culpa?
—No, no, nunca vayas a decir algo como eso. No es por ti, jamás. Es por... cosas de adultos. Nos mudaremos cerca de la abuela, en aquella casa bonita que estaba cerca del parque, ¿la recuerdas?
—Sí, era bonita... —Dice algo nerviosa.
—¿Qué pasa?
—Tengo que irme a otra escuela, ¿verdad? —Steve suspiró.
—Es posible.
—¿Y si no logro llevarme bien con ellos?
—¿Por qué dices eso? Eres una bueña niña, lograrás hacer muchos amigos y te irá súper. Estoy seguro.
—¿Y podré tener el cuarto de arriba? ¿El que es grande?
—Todo tuyo. —Wanda sonrió y se puso de pie en la cama.
—Me asusta un poco, pero creo que estoy bien. Además, yo... también quiero que estés bien. —La pequeña puso sus manos en las mejillas de su padre y él la miró confundido.
—¿Por qué dices eso?
—Sé que mamá es... algo mala contigo, pa. No puedes mentirme en eso, lo he visto. —Steve suspiró y miró hacia abajo, apenado. Su hija no debía pasar por estas cosas. Ella lo abrazó fuerte y Steve lo hizo también, hasta que la escuchó sollozar.
—¿Qué pasa, cariño?
—Es que... no quiero que mamá te golpee como la otra vez, me asusté mucho. No quiero ver eso de nuevo. Eres el mejor papá del universo, ¿por qué ella haría algo así? —Steve sintió sus ojos arder. Esas palabras le ayudaban a sentirse un poco mejor.— Quiero que estés bien. —El rubio la separó y la miró, limpiando sus mejillas.
—Estaré bien si tú estás conmigo, cariño. Eso es lo único que importa, no debes preocuparte de nada más. —Wanda sonrió un poco.
—Entonces, vamos. Quiero la sopa de la abuela. —Steve sonrió y la bajó de la cama.