Nadie debería estar solo...

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Natasha Romanoff no era una mujer impresionable. Habían muy pocas cosas que le habían hecho los ojos brillar con genuino asombro...Una de ellas, fue conocer al heroíco Capitán América.

Su misión era cuidar de él mientras aún seguía en su sueño criogénico y procurar que estuviera cómodo al despertar, además de ayudarle a reinsertarse en una sociedad desconocida para él. Todo lo que el conocía, había perecido y Fury pretendía que Steve Rogers no fuera golpeado por su nueva realidad, tan fuerte.

Hay estudios que dicen que las personas en coma pueden escuchar las voces de sus familiares...

En uno de esos días en que el silencio era demasiado apabullante, comenzó una platica que terminaría un buen tiempo despúes. Comenzó algo insegura, pues el receptor no era cercano a ella y no sabía como dirigirse a él, de una forma respetuosa.

Usted no está en coma... y ciertamente no somos familia, pero quizá no haga daño un poco de compañia. No lo se, ¿Qué piensa usted, Capitán Rogers?

Se detuvo para ver al hombre, como si de él fuera a salir una respuesta.

Yo también pienso que la soledad es muy triste, nadie debería estar solo.

Y aqui estamos, ambos... solos en el mundo. Pensó.

Así que ahí estaba ella, leyéndole algunas notas del periódico que le parecían más remarcables, mientras la radio sonaba suavemente de fondo. Con los días se volvió su rutina, simplemente esperar a su lado, platicándole cosas que tenía en la mente, contándole chistes tontos de Clint y riendo para sí misma, pues Steve, al que ya había comenzado a tutear, seguía apasiblemente en su sueño.

—Entra un ladrón a robar un banco con un gato en la mano y dice:  ¡Manos arriba o aprieto el gatillo!—dijo entre risas, la pelirroja. Pero que tonta era, él ni siquiera podía reir con ella— Lo se, tan patético que da risa... dame un poco de crédito, es el primero que recuerdo completo.

Le contaba absolutamente todo, sus miedos, sueños y esperanzas. Sobre sus pesadillas y las noches en vela recordando su pasado. También sobre las misiones y el trabajo que realizaba en ese momento para SHIELD. Steve Rogers era su único confidente, el sabía todo sobre ella.

Tienes que prometer que guardarás mis secretos, algún día, yo guardaré los tuyos. Te lo prometo.

A veces se preguntaba como sería su voz... o como sería mirar a sus ojos, ¿Eran castaños, verdes o azules? En toda la información que había recopilado sobre el americano, no había nada sobre el color de sus ojos. No tenia idea sobre eso, pero estaba cien por ciento segura, de que cuando la viera, tendría una mirada intensa, de esas que hacían las rodillas flaquear y provocaban una tonta sonrisa.

Supongo que sabremos de que color son tus ojos hasta que que puedas abrirlos, para verme y decir que por el amor de dios guarde silencio— Natasha rió y se recargó en el respaldo del silloncito que estaba al costado de la cama del rubio.

Habían momentos en los que le cantaba sin darse cuenta. Se entretenía pasando sus dedos a través de las suaves hebras doradas de su cabello y aunque este era un gesto que ella consideraba muy intimo, luchaba mucho contra el impulso de hacerlo, fallando estrepitosamente casi todas las veces.

Y cuando descubrió lo bien que se sentían sus manos entre las suyas, se preguntó como sería ser besada por él. Tocar su piel ya le enviaba descargas a través de todos los nervios en su cuerpo, ahora, ser besada mientras sostenía su rostro entre esas grandes manos varoniles, debía ser el cielo en la tierra.

Be my Valentine || LOVESHOTS ROMANOGERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora