Y de repente estábamos en un bosque, en un claro, para ser exactos, en la base de una montaña cuya cima no se alcanzaba a ver. Rodeada por un árboles de una especie que jamás había visto, tan altos que su copa acariciaba las nubes, no pude más que volver a hacerme las mismas preguntas que me estaba haciendo desde que morí. ¿Dónde estoy? ¿Por qué no siento nada? ¿Quién o qué es este niño?
Las ramas no eran de madera, sino finos rayos de luz, y sus troncos, en lugar de robustos y gruesos, parecían un simple hilo conductor de color gris. Daba la impresión de ser invierno, pero no había frío ni nieve. Literalmente no había ninguna sensación de temperatura ni nada más allá de la tierra negra del piso.
Después de recorrer el curioso lugar con los ojos, reparé en el pequeño compañero a mi lado.
"Eres una muy extraña." dijo el niño.
Tragué saliva y pregunté por qué decía eso, con la vista aún fija al frente.
No respondió. Pasaron unos desesperantes segundos de silencio hasta que dijo:
"Me gustaría saber cómo me veo."
"Eres un niño sin cara." respondí, mirándolo de reojo.
"Ja, interesante."
Y apenas pronunció esas palabras se dió vuelta y comenzó a caminar hacia adelante.
"¿A dónde vas?" pregunté exaltada.
"Eso no te corresponde saber." dijo sin detener su marcha.
Por tanto, comencé a caminar lentamente detrás de él. Yo avanzaba en un paso lo que él en tres, por lo que prácticamente apoyaba un pie sobre el otro para ir detrás de él. Y de repente se detuvo.
"No me sigas." dijo sin mirar atrás.
"Bueno, pero al menos dime a dónde ir."
El niño soltó un largo suspiro de impaciencia y metió su mano en uno de los bolsillos de su pantalón. Abrí los ojos como lunática al ver que se estiró hasta casi llegar a los pies para alcanzar lo que buscaba. Finalmente sacó tres caramelos de envoltorio rojo. Tenían forma de corazón.
"Toma estos." dijo tirándolos hacia mí. No atrapé ninguno.
Me agaché para levantarlos y pregunté "¿Qué son estos?"
"Son esclarecentes." respondió como quejándose mientras resumía su marcha. "Si los comes te muestran qué es lo que tienes que hacer."
"¿Cómo es eso posible?"
El niño suspiró largamente. "Haces muchas preguntas."
"¡No he hecho ni la mitad de preguntas que quiero hacer! ¡Literalmente quiero saber todo lo que la humanidad se ha preguntado desde sus principios! ¿Por qué no me expli-"
Y, en un abrir y cerrar de ojos, el niño se desmaterializó frente a mí. Puf. Desapareció. Como si nunca hubiera existido.
Después de mucho tiempo meditándolo, decidí tomar un esclarecente. Alrededor mío solo había árboles locos y tierra, y no parecía haber ningún sendero que indicara a nada. Además, estaba muerta, ¿Qué tenía que perder?
Abrí la envoltura de corazón y comí uno de los caramelos. No tenía sabor como tal, más bien provocaba emociones. Me sentí confiada, esperanzada y llena de energía, y de repente empecé a correr por el bosque por un impulso incontenible que se había apoderado de mí. Corría con ganas, esquivando ramas, saltando rocas, y avanzando montaña arriba a una velocidad de la cual no me creía capaz. ¡Todo iba perfecto! Iba directo hacia mi destino, literalmente hacia mi destino, y nada parecía poder pararme, hasta que de repente una serpiente me gritó.
"¡Espera! ¡Para de correr!" exclamó el animal desde una gran roca a mí costado.
Grité como una niña, y a la vez quedé maravillada por lo que estaba viendo. La muerte no dejaba de sorprenderme, pero considerando que hace pocos minutos había visto a un niño sin cara desaparecer frente a mis ojos, me costó poco tiempo aceptar que las serpientes hablaran. O tal vez era efecto del esclarecente.
"¿Por qué dices eso?" pregunté acercándomele. El animal parecía preocupado.
"Tú... Todo el mundo sabe quién eres, todos ellos. Ay, humana, en qué te has metido, si tan solo pudieras saberlo..."
"¿Es una tradición del más allá hablar solo con enigmas? ¿Por qué nadie dice las cosas concretamente? ¿Me vas a decir algo útil o no?"
"El lugar a donde vas a ir, témelo. No creas nada de lo que te digan, ¿me escuchaste? ¡Nada!"
Sonó un siseo en la profundidad del bosque, y la serpiente se enrolló sobre sí misma antes de decir:
"8675309"
"¡¿Qué?!"
"Adiós" dijo. Y desapareció detrás de la roca.
Quería hacerme preguntas, pero las ganas de seguir corriendo me superaban, era como un impulso magnético. Tenía que seguir mi camino, aunque la serpiente logró ponerme en alerta. Tal vez este lugar no sea del todo confiable, pero aún no tenía evidencia alguna para juzgar eso.
Así, entonces, retomé mi camino.No sé cuánto habré estado corriendo, pero cuando el cielo nocturno embellecía mi vista, escuché algo que me erizó la piel. Ese teclado, ese sintetizador, esas guitarras y baterías, esa voz... Estaba sonando mi canción favorita.
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%50 Paraíso
FantasiaAndrea murió, y entonces comenzó a vivir. En un más allá extraño, muy diferente a lo que uno esperaría, tendrá que recorrer los misteriosos caminos de otros planos de la existencia, y lo que es peor, deberá jugar por sus reglas mientras intenta desc...