¡Sí, sin duda alguna! Era esa canción la que estaba sonando. El sonido venía de más arriba en la montaña. No pude evitar sonreír al recordar las noches escuchándola y bailando con ella... ¿Pero por qué estoy escuchando esta canción ahora? De todas las canciones que la humanidad ha producido, de todas sus obras líricas, ¿el Más Allá tiene banda sonora disco-pop setentera? Es decir, sí, un gusto claramente digno de la vida después de la muerte, pero no podía evitar preguntarme...
Seguí corriendo entre los árboles de luz siguiendo la música, hasta que me topé con una pared de piedra de muchos metros de altura, maciza como cualquier otra. El sonido provenía de lo que sea que estuviera encima. Sería fácil subirla. No es que hubiera sido escaladora profesional en vida, pero con la energía y seguridad que me recorrían estaría arriba en un abrir y cerrar de ojos, así que me paré confiada frente al gran muro rocoso esperando a que el dulce guía hiciera lo suyo. Ah, que bien se sentía ser yo.
Y bueno, puede que después de estar ahí parada por diez minutos sin hacer nada haya empezado a pensar que el efecto se había pasado y que no iba a ser tan fácil como creí. ¿Y por qué ya no escuchaba la canción si supuestamente estaba más cerca del lugar? Muchas preguntas y pocas respuestas, como la vida (o la muerte) misma.
Saque otro de los dulces guías de mi bolsillo y consideré fuertemente tomarlo para terminar rápido con esto, pero tomar dos en tan poco tiempo me parecía irresponsable. Estaban destinados a usos más significantes, es decir, imagínate tener uno de estos en la Tierra, qué alivio tan enorme poder confiar en ti plenamente, sabiendo que lo que sea que hagas es lo correcto. Un poder así merecía ser respetado, así que lo volví a guardar.
Era traicionero, pensé. Yo podría haber corrido por el bosque sola, sin la sobrecarga de voluntad del dulce guía, pero para esto sí que lo necesitaba y me dejaba sola. Cuantos paralelismos tristes le ví a eso en ese momento. Entonces respiré hondo, me remangué y me dispuse a apoyar pies y manos en las rocas y comenzar a trepar.
Y así en no tanto tiempo estaba por llegar a la cima. No era tan difícil como parecía desde abajo, cualquiera con una buena motivación podía trepar piedras. Me aferré con la mano a una piedra de la cima, y al despegar un pie de su apoyo me caí como nunca había caído antes y me golpeé tan duro que todos los músculos de mi cuerpo se enteraron de que su dueña era una fracasada. Ya en el piso me puse a buscar mi autoestima y los dulces guías, que se habían caído de mi bolsillo. Mi único deseo era que aún estuvieran sanos, y afortunadamente lo estaban, aunque seguían de mal humor.
Intenté y caí del muro como cinco veces más antes de que finalmente pude apoyar manos y piernas como una persona normal y logré llegar a la cima. Mi cuerpo, sobre todo mi cara, estaba llena de cortes pequeños y llena de tierra negra, pero con el sabor de mi sangre en la boca me puse de pie sobre las piedras. Entonces me atravesó la duda, ¿por qué sigo teniendo sangre si estoy muerta?
En frente a mí había una especie de local donde risas y voces sonaban adentro, mucha gente estaba entrando y saliendo, vestidos como para una fiesta y algunos claramente ¿borrachos? El lugar parecía la típica taberna de pueblito de mala muerte del viejo oeste, se entraba por unas puertas vaqueras y era completamente de madera, con una especie de deck afuera para los viciosos que fumaban.
Y ahí estaba de nuevo, la canción, mi canción favorita llenándome de sentimientos mezclados de nuevo. Aquí me había llevado el destino. El mensaje era claro, había que entrar.
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%50 Paraíso
FantasyAndrea murió, y entonces comenzó a vivir. En un más allá extraño, muy diferente a lo que uno esperaría, tendrá que recorrer los misteriosos caminos de otros planos de la existencia, y lo que es peor, deberá jugar por sus reglas mientras intenta desc...