The pizza boy [Kacchako +18]

Capítulo dos

DISCLAIMER: Este capítulo tiene algunas escenas subidas de tono, leer con precaución. 

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Bakugo abrió los ojos con un bufido al sentir la luz entrando por las cortinas, se revolvió incómodo entre la luz intentando volver a su descanso pero el sueño ya se había espantado. Se incorporó molesto, gruñiendo entre movimientos hasta quedar sentado en su cama, tallándose los ojos y estirándose en su lugar.

Mientras se desperezaba sintió los tirones en su cuerpo mientras la sangre empezaba a fluir y todo su cuerpo empezaba a despertar, pero junto a esos buenos días, entre sus pantalones se encontraba unos aún mejores días. Bufó quince veces más molesto que hace dos minutos atrás, rodando los ojos en frustración. Se ignoró a sí mismo y tras acomodarse el bulto entre los pantalones salió de su cuarto para ser recibido por una ducha helada que lo alejara del problema con el que no quería lidiar esa mañana.

La ducha fría consiguió relajarlo, se vistió y se dirigió a clases como hacía cada mañana.

[7:33 AM - Kirishima: hey hey, nos juntamos donde siempre?]

Bakugo ignoró el texto, como siempre, porque sabía que de una u otra manera el pelirrojo lo alcanzaría aunque se escondiera en el lugar más recóndito de la escuela. Se limitó a caminar hasta ser eventualmente alcanzado por el chico, que lo puso al día hasta con el más insignificante detalle que Bakugo en absoluto había pedido. De todas maneras se mantuvo en silencio, pareciendo desinteresado pero de todas maneras escuchando, no tenía nada mejor que hacer de camino a sus clases.

—El viernes Kaminari hará esta graaan fiesta en su casa, sus viejos están fuera de la ciudad —pese a la poca atención que el rubio intentaba ponerle, alzó una ceja y miró de reojo al pelirrojo—. ¿Irás verdad? Habrán muchas chicas de la escuela, y de otras, de seguro puedes pescarte algo, eres experto en eso —Bakugo rodó los ojos con desinterés, preguntándose porque ir a fiestas si podía recurrir a cualquier antiguo ligue ante necesidad, la cual no tenía en estos momentos—. Espero que Mina vaya, sólo he podido verla en la escuela, ahhh... tal vez su grupo de amigas vayan igual — El pelirrojo iba a continuar su intento de convencimiento a su amigo, pero el salón de clases ya se encontraba frente a ellos y Bakugo encontró su salvación en su pupitre cerca de la ventana.

Odiaba las fiestas, el ruido, la gente, tres cuartos de las veces que había ido había sido por apuestas pérdidas o real y absoluto aburrimiento, encontrándose con que allá, se aburría inclusive más. Lo único beneficioso era el alcohol gratis y ver a Kaminari ser no sólo un idiota, pero un idiota ebrio.

Para el final de la jornada, Bakugo solo pensaba en devolverse a estudiar, dormir, o comer algo más allá de la comida sana que había en la cafetería, así que con eso en mente, se dirigió a un minimarket cercano para reunir algo de azúcar para dedicar el resto de su tarde a estudiar, pero para cuando alzó la vista a la cajera, con un tono peculiar de voz, se encontró con unos enormes ojos café que lo miraban parpadeando más rápido de lo normal, una tez clara adornada con un rubor considerable, y unos labios como botón que no había podido ignorar la primera vez que se la había encontrado de frente, ni la segunda.

—Huh —se limitó a esa expresión, sonriendo con sorna deleitándose sólo con su mueca en la que había quedado el rostro de la chica castaña frente suyo. Bakugo no le había dado muchas vueltas, pero claramente la chica había quedado algo prendada de él, no era una situación nueva, pero de alguna manera la inocencia que la rodeaba la hacía molesta e interesante en partes iguales.

—¿N-n-no lleva nadie- AY, digo, nada más?

—N-n-n —imitó el tartamudeo de la chica, consiguiendo descuadrar su rostro y su rubor aún más. Su sonrisa desapareció volviendo al desagradable y común Bakugo, con un dejo de burla en sus ojos—. No, solo esto —hizo un gesto hacia los envoltorios cerrados de comida frente a la chica. Se inclinó hacia ella, como quien cuenta un secreto, y nuevamente, con esa sonrisa burlona, casi descarada, susurró:—. No te veo en el menú de todos modos.