Capítulo tres

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DISCLAIMER: Este capítulo tiene algunas escenas subidas de tono, leer con precaución.

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Sus dedos se enredaron entre su cabello, tirándolo ligeramente, pero eso no detuvo sus labios de estrellarse contra los de la chica. Bailando suaves pero hambrientos contra el otro.

Uraraka no tenía la cabeza en ningún lado. No estaba ahí en ese momento. Sólo podía concentrarse en la mano fuerte que la afirmaba de la cintura, la otra agarrando la parte de atrás de su cabeza, entre la puerta y ella, sus propias manos perdiéndose en las fibras rubias revueltas que tenía enfrente, sus ojos fuertemente cerrados, en realidad temerosa de abrirlos mientras su boca recibía toda la atención necesitada durante el último tiempo, sintiendo el calor subir por su estómago para fundirse con el resto de su cuerpo.

Cuando Bakugo cerró la puerta de la habitación en la que se habían metido y la apoyó contra la madera, Uraraka supo que nunca se había sentido más emocionada, confundida y agitada, o al menos eso podía recordar entre medio de la poca consciencia temporal que tenía en ese momento. Nada existía. No había nada más que los labios, y las manos, y la lengua que viajaba traviesa presionando su labio inferior, pidiéndole acceso a su boca. La castaña cedía ante sus pequeños empujoncitos y el beso se profundizaba, sintiendo que el aire se le escapa con cada segundo.

Uraraka no quería pensar, no quería que Deku se metiera entremedio de sus pensamientos, que la culpa la llenara y que la noche acabara en ella llorando por cosas de las que ni siquiera estaba segura. No quería siquiera pensar que nunca había besado a nadie más, y que aquí estaba el rubio, apenas conocido, siendo su segundo beso en la vida, siendo la segunda persona que la toca de esta manera, destruyendo los rastros que quedaban de Izuku en su cuerpo, destruyendo sus labios, y sus besos y sus ojos verdes delineando su figura contra las sábanas de su cama.

Mucho más delicado de lo que Ochako se podría haber imaginado, el chico la movió de la puerta al sillón solitario que había en la pequeña pieza a la que había entrado, primero sentándola, sin romper el beso, para después recostarla ahí, acomodándose con la misma delicadeza sobre ella. Sus manos viajan de su cabello al costado de su rostro, recorriéndola con los dedos. La chica sentía electricidad con cada toque, el nudo en su estómago creciendo. Las manos del chico, con callos que sorprendentemente solo le hacen cosquillas, le recorrían el cuello, la garganta, deteniéndose en sus clavículas, Uraraka tenía la sensación de que no se atrevía a explorar más abajo de su ropa, acariciando los costados de su cuerpo por encima de la tela.

El cuerpo de la chica tembló ante el tacto desconocido, la falda a medio levantar por haberse recostado en el sillón, el rubio sonrió satisfecho ante las reacciones, para él visibles, en la chica. La vergüenza crecía en el estómago de la castaña, junto al rubor en sus mejillas, sin eso detenerla de responder cada uno de los besos del rubio, de pasar las manos por su cuello tostado, enredando los dedos en las hebras rubias de cabello, jalándolas un poquito cada vez que el chico le mordía el labio inferior.

Solo cuando sintió algo tibio y duro apretándose contra su muslo, es que reparó en lo húmeda que estaba entre sus piernas. En la tensión que sentía en el estómago, en la vergüenza que le recorría el cuerpo por estar así por una persona (y con una persona) que solo ha visto un par de veces.

La boca del chico se distrajo de sus labios hacia su cuello, besándolo con delicadeza, atrapándolo entre sus labios, la gentileza no le evitó a Ochako la sorpresa junto a la conmoción, los nervios ascendiendo desde su estómago, estancandose en su garganta, y Bakugo notó lo pesada que se pone su respiración cuando entraba en contacto con su piel.

BIP BIP.

Por un segundo lograron ignorarlo.

BIP BIP BIP.

The pizza boy [Kacchako +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora