En 1670 un clérido no muy viejo con su medio siglo a cuestas, vivió en México en la calle conocida en la actualidad como: la puerta falsa en el barrio de Santo Domingo.
Un día el clérido solitario decidió buscar una mujer y convivir con ella como si de su legítima esposa se tratara.
Repudiando por los fieles de la ciudad, fue su amigo el único en no darle la espalda.
Por la noche, dos esclavos negros solicitaron los servicios del herrero con urgencia en nombre del clérido para que le clavaste cuatro grandes herraduras a una mula negra.
Al despertar, llegada la mañana el clérido observó que su mujer, tumbada en la misma cama, no respiraba.
Al bajar las sábanas se encontró con la joven a la que le habían clavado las herraduras en las manos y en los pies.
Entonces supieron que todo era consecuencia de la Justicia Divina y que los esclavos eran demonios del infierno.