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—Buenos días Mirio-kun, Tamaki-kun —saludo la joven de cabellos celeste mientras ingresaba al aula con el rostro adormilado.
—Buenos...dias —respondió el tímido estudiante ya sentado en su pupitre.
—Buenosdías Nejire-chan —dijo Mirio con una sonrisa, guiando a su amiga quien estaba a punto de dormir parada—. Despierta, ¿no has dormido bien? —dijo el rubio haciéndola sentar.
—Si lo hice, tan solo....sigo teniendo....sueño —dijo ella mientras hecha a su cabeza en su pupitre.
Su amigo solo rió y desordeno su cabello para volver a sentarse en su lugar. Luego de unos minutos ingresó Cementoss y comenzó con la clase de aquella mañana. Los tres amigos observaron el lugar vacío de su albina compañera, no había ido de nuevo, ya eran dos días de seguidos en que faltaba a clases, el primer día trataron de comunicarse con ella pero les fue imposible, ya que al llamarla les mandaba directo al buzón de voz. Y los mensajes no eran leídos.
Amajiki se encontraba perdido, observando por la ventana, su semblante cansado y algo apagado, veía durante toda la clase el lugar vacío de la pérdida Luna.
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Suspiró cerrando los ojos tratando de prestar atención a las palabras del docente. Pero se le hacía imposible, su mente se encontraba en todos lados, recordando lo que había escuchado sin querer, en la conversación de Aizawa-sensei y Futōmeina.
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