04

19 3 2
                                    

Estamos camino a casa con mi hermana y Roma, y a lo lejos divisamos una pequeña tienda de donas rellenas. Mi estómago ruge como nunca antes, y abro mi billetera a ver cuanto dinero llevo encima.
Mierda.
Sólo treinta y cinco miserables pesos.

-Roma

-¿Sí?- dice mientras corta la conversación con mi hermana, aparentemente muy divertida.

-¿Tienes algo de dinero? Me quedan sólo treinta y cinco- hago una dramática pausa, suspiro, y pongo cara de cachorrito para ser más convincente-... Quiero una dona, muero de hambre.

- Awww- me da un pequeño abrazo enternecida-, aquí tienes pequeño bebé.

- Ya déjense de tonterías- contesta mi hermana, celosa porque la dejamos afuera. La miro, río con malicia y me voy a comprar lo que tanto anhelo.

Yo se que mi hermana le pidió varias veces dinero a Roma, pero como lo quería para comprar cosas absurdas, nunca le dio. Así que aquí estoy yo, para que se cague la envidiosa.

- Deme una de Nutella, por favor.- el señor, con cara de pocos amigos, me miro mal y dijo.

- De inmediato, pequeño.

Quedé extrañado. ¿Pequeño? ¿Qué clase de persona con un mínimo de respeto va a llamarte de tal forma sin siquiera conocerte? No lo sé, pero se ve que este señor se crió solo.

- Gracias- respondí con el mismo tono que me habló, y le enseñe una forzada sonrisa que dejaba ver mis pequeños dientes blancos.

Me miro por última vez y se fue a buscar la dona. En ese corto periodo de tiempo, Roma y mi hermana ya se adentraron en la tienda para luego preguntarme qué es lo que compre.

- Nutella- dije señalando el cartel con los diferentes sabores.

- Mmm, deberás compartir conmigo.

- No.

- ¡Ay, vamos! Soy tu hermanita menor.

- ¿Y? Yo soy tu hermanote mayor, y dijo que no.

- ¿Y yo que soy?- Roma interviene en nuestra conversación.

- Mi mejor amiga, casi mi hermana.

- Oh...- dice algo decepcionada. No comprendo su reacción, después de todo, lo que le dije fue un halago.

- ¿Qué tien...? Gracias señor- me doy media vuelta para tomar la dona que me estaba ofreciendo el hombre- ¿Cuanto es?

- Son setenta y tres pesos.

《¡¿SETENTA Y TRES?! Esto es un robo.》

-¿ Está seguro de que ese es el precio? Es que en otros lugares...

- Mira, pequeño. En este lugar tenemos estos precios. Si te parecen demasiado altos, puedes irte a buscar una tienda más barata, pero no encontrarás la misma calidad que aquí.- quedo en shock debido a lo mal que me habló, ¿Así atiende siempre a sus clientes? Con razón la tienda está tan vacía siempre...

- Tome- le doy cien, y espero el cambio. Me entrega los veintisiete pesos y me retiro del lugar, no sin antes esperar de mala gana un sonoro "Gracias".

Así soyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora