Ser adolescente ¡Qué difícil!

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Sueño despierta, veo todo un mundo de creatividad con los ojos abiertos. Mientras miro la tv puedo estar pensando en cualquier otra cosa; puedo estar hablando con alguien y estar en otra parte, como si no estuviera allí.

No vivo de fantasías, sino que mi mente sobrepasa mi vista, va más lejos que el sonido, supera mi concentración. No me siento rara, sino diferente; y ser diferente está bien ¡Me gusta mi originalidad! Lo que los demás consideran como extraño, o fuera de lo común, para mí puede ser positivo, porque no pretendo ser igual a todos, quiero y me gusta ser distinta…

Si a mis amistades les gusta un tipo de música, un tipo de comida, un artista favorito, no necesariamente tienen que gustarme a mí también. Mucho me dejé llevar por los demás para «encajar», y por encajar me refiero a ser aceptada dentro de círculos de estudios, grupos de amistades, entre otras comunidades. Y aunque no está del todo mal, es mejor ser original, así como tú eres, con tus propios gustos, ya sean extravagantes o sencillos.

¡Ser adolescente es tan difícil! Es difícil ser aceptado, ser popular, ser tomada en cuenta. Hay tanta competitividad. Por ejemplo: En las calificaciones, en el vestir, en el hablar, en el tener o no tener posesiones como teléfono, carro, ropa y accesorios de marcas. Hasta tal punto que uno pierde la perspectiva de quién es y adónde quiere ir.

Se supone que en bachillerato uno debe concentrarse en sus estudios, y así es para muchos, pero la verdad es que no todo se fija en eso. Ni hablar si en el mismo colegio está el chico que te gusta, esto agrega una distracción más, lo que significa una presión más.

Si estudian en el mismo salón de clases, hay dos tipos de chicas: La que es muy tímida (que ni él se da cuenta de que existe) o, aquella que se ríe durísimo (para llamar su atención). Si no estudia en tu mismo salón de clases, pues lo buscas con la mirada en el receso, por los pasillos. Empiezas por lo básico, el frente de su salón no está, miras la cancha deportiva a ver si corres con suerte y no está. Buscas el grupo de sus amigos, porque obvio, siempre andan juntos y ¡Saz! Lo hayas, fijas tu mirada en él desde la distancia y te haces la loca para que no se dé cuenta. Vuelves a ver y observas su comportamiento, su modo de hablar, sus sonrisas, sus bromas con sus amigos, y bueno, suena el timbre y será hasta la salida que puedes volver a verlo. Si corres con suerte, se topan en los pasillos y tienen oportunidad de saludarse, pero solo eso, nunca hay chance de entablar conversación…

Pienso en mi físico, en mi personalidad y en mi forma de vestir. Me pregunto si a él le agrada todo eso. Ya he visto sus anteriores novias ¡Terribles! La verdad que no me parecen ni bonitas, no tienen ni buen estilo, pero si eso es así ¡¿Por qué no se fija en mí?! Me siento más linda que ellas pero creo que él no lo nota. Allí comienza mi soñar despierta, mi imaginación vuela. Mis amigas me hablan pero yo hablo conmigo misma. Me cuestiono e indago qué movida puedo hacer, qué oportunidad tengo sobre él; y de pronto, la profesora me grita: —«Fulanita» ¿En qué piensas mija? ¡Andas en la luna! ¡Presta atención a la clase!...

Oops, allí vuelve mi cabeza al salón de clases y recuerdo que debo subir las calificaciones para que no me quede la materia…

¡Qué vida!... Menos mal que no es la mía, sino que… Te echo el cuento de la amiga de una amiga.

Historias y Anecdotas de la Amiga de una AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora