𝑖𝑖. 𝑗𝑎𝑘𝑒

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—¿Y Margaret? —preguntó una vez entró a un pasillo lleno de pequeños escritorios.

Personas que estaban a su alrededor, se detuvieron en seco cuando escucharon a aquel hombre hablar, algunos con papeles en mano, otros hablando por teléfono quizá con un cliente, sólo para admirar al hombre que estaba delante de ellos, viendo con atención un escritorio vacío que se hallaba justo al lado de unas puertas de cristal polarizado.

—Señor, ella comunicó que no iba a llegar... —una chica de apenas unos 30 años, acudió con prisa a un costado de aquel hombre que imponía firmeza.

—Es la quinta este mes. ¿Crees poder atender por estos días mientras ella regresa, Elizabeth? —se volteó a ver a la chica de cabellos castaños.

La chica sólo soltó un suspiro y le sonrió a Gyllenhaal mientras asentía su cabeza y se encaminaba hacia el escritorio, dejando algunos papeles sobre éste, acomodándose en la silla.

Margaret era una mujer de unos 35 años, desde hacía no más de 5 años que era la secretaria de Jake, pero aquellos últimos días había estado faltando mucho. Claro, quizá le mandaba uno que otro mensaje para avisarle al hombre que iba a faltar al trabajo, pero por tantos correos y llamadas que tenía que atender, no era probable que leyera los mensajes de la mujer.

Ésta, era una gran amiga de Jake, durante los cinco años que había estado en la empresa, se había convertido rápidamente en una de las amigas cercanas de Jake. Ella sabía todo secreto, todo problema. Usualmente las secretarias son aquellas que comienzan los chismes, pero ella era totalmente diferente, parecía que sus labios eran una tumba totalmente sellada.

Se adentró a su oficina, una amplia con un sofá de color vino que estaba acomodado hacia el gran ventanal, donde se podía apreciar la concurrida ciudad de Nueva York. Los edificios altos se lucían enfrente de aquel. Pequeños cuadros de pinturas de paisajes maravillosos, lámparas altas de luz amarilla, una mesa de centro de caoba, un escritorio de vidro, silla reclinable de color negro, y un par de macetas adornaban algunos puntos estratégicos de la misma. 

Se encaminó hasta el escritorio, optando por quitarse aquel saco y dejarlo colgado. Ahora, el trabajo tenía que ser prioridad. Necesitaba distraerse completamente de lo que estaba ocurriendo con su vida privada.

Al sacar papeles de uno de los cajones del escritorio, una cajita pegó contra el dorso de su mano. Un ceño fruncido apareció en su rostro y llevó su dedo índice y pulgar hasta el puente de su nariz para apretarlo ligeramente.

Se iba a casar pronto. No fue por decisión propia empero la de sus padres y la de su novia. Él no quería casarse. Es más, no amaba a aquella mujer que era su prometida en aquellos momentos. Sólo se habían conocido en la facultad, habían tenido un par de acostones, pero no había esa parte sentimental hacia ella. Ella, sin embargo, lo tuvo que poner de esa manera. Antes de que terminara la carrera, fueron novios, y no porque él quisiera, si no porque ella lo estaba chingando hasta que aceptó. Además, recordaba que hasta ella lo amenazó, porque, ¡claro! Ella sabía que a Jake le gustaban los hombres; su padre, de negocios y un buen inversionista, es homofóbico, ¿por qué iba a arriesgarse a perder una gran fortuna? El orgullo de los 24 años, exacto.

¿Cómo creen que Jake escaló tan rápido de nivel? Sí, fueron meses y meses de arduo trabajo y dedicación, pero su padre tuvo que meter la narizota, y aunque él no quería, él insistió hasta quedar en el puesto en el que está: jefe. Ahora, ¿lo bueno de la historia? Angelina, quien dice ser su prometida, amenazó a Jake. Si no se casaba con ella en ese mismo año, le iba a decir a su padre y, adiós, adiós herencia. Por supuesto que Angelina iba a salir como la víctima y ganar alguno que otro billete por ahí.

𝑶𝒉❗ 𝑩𝒐𝒔𝒔 // 𝑮𝒚𝒍𝒍𝒆𝒏𝒉𝒐𝒍𝒍𝒂𝒏𝒅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora