Nagito Komaeda (I)

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Nota: Los eventos de este capítulo ocurren durante el canon de el juego en dónde hay asesinatos y ejecuciones.

No podría sentirse más bendecido, la isla, la oportunidad de estar junto a los estudiantes definitivos y, sobre todo, experimentar el amor.

Komaeda no se creía capáz de ser amado, no era merecedor del corazón de nadie y aún así (__) Bijin entregó el suyo en bandeja de plata.

Sus sonrisas, caricias, besos y abrazos, todo era solo para él.

Por primera vez no se sentía egoísta por acaparar a esa ejemplar estudiante, incluso se atrevía a decir que anhelaba algo más que esperanza, él devoraba su amor.

Las veces en las que ella tomaba gentilmente su mano para guiarle con el resto, ella se preocupaba genuinamente por hacerle convivir con el resto de jóvenes en la isla. Sentía que podía confiar totalmente en ella, pondría absoluto toda su vida en sus manos de ser necesario.

Al menos así pensaba hasta el día en que supo su secreto.

Había un traidor entre ellos, Hinata no tenía talento, el heredero Byakuya Togami solo era un impostor y su querida (__) le había hecho caer en su encanto. No era menos de esperar de alguien cuyo talento era ser amado.

Ahora que lo sabía todo podía hacer casi todo lo que quisiera.La casa de la risa solo fué un juego en comparación con lo que tenía planeado.

Su prioridad era acabar con el traidor, aún si eso le costaba la vida. Aunque eso sería muy simple considerando su suerte, sabía que debía inclinar la balanza ligeramente a la desesperación si quería llegar a su máximo esplendor.

Si alguien que podía avivar la esperanza en cada uno de sus compañeros, incluso en él, desaparecía de la nada podía hacer que la desesperación llegase a todos. Sería majestuoso que cada uno de ellos volviese de entre las cenizas tras probar la desesperación.

Si (__) desaparecía el resto de sobrevivientes estarían obligados a buscar su propia salida, no la tendrían a ella para consolarlos, no daría palabras de aliento, sin ella muy probablemente todos perderían la poca esperanza que les quedaba.

Esa mañana entró más temprano que de costumbre a la cocina, tomó el platillo favorito de panqueques y un poco de café y los acomodó en una placa de metal.

El sol aún no salía pero aún así el peliblanco paseó sin prisa alguna a la cabaña en la que su amada descansaba.

Abrió la puerta sin ningún impedimento, ella estaba tan triste por el último juicio que ni siquiera se molestó en cerrar su habitación.

La vió recostada en la cama, su cabello se extendía por la almohada mientras cubría la mitad de su rostro bajo las sábanas. Por un momento sintió pena al despertarla, se miraba tan tranquila que perturbar su sueño parecía algo imperdonable.

Dejó la placa con el desayuno al lado de su cama, al mismo tiempo se sentó con cuidado de no mover mucho el colchón.

Sus dedos retiraron el cabello del rostro de la chica, su naríz aún estaba roja por el frío de la mañana. El joven hombre llevó su rostro lo más cerca de la chica, sus pálidos labios rozaron la oreja de la (c/c).

- Es hora de despertar, por favor, no duermas más.- Murmuró suavemente.

Con gentileza sacudió el hombro de la chica dormida, su mirada aún abrumada por el sueño y sus párpados pesados luchaban por abrirse.

Al ver a Nagito despertándole no pudo evitar sonreír, sus manos nunca dejaron de acariciar su cabello y sus ojos grises le miraban con ternura que solo provocó una oleada de calor en su corazón.

Ultimate Crush [Danganronpa 2 x Reader One Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora