Capítulo dos

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Margot

Fuimos en silencio hacia las cabañas, había una en particular que sobresalía de las demás,por estar en las alturas de un árbol sobre la rama mayor.
Esa parecía ser la de Peter Pan, subimos las escaleras y nos adentramos. Dentro era muy acogedora, tenía una cama rústica de dos plazas, un baúl de madera y un ropero entre otras cosas.

—aquí dormirás, por ahora—miró a su alrededor.

—¿Dormiremos juntos?

—no es necesario, pero sino te molesta... —se encogió de hombros

—se ve muy espaciosa, supongo que ambos estaremos cómodos —me sentía mal al quitarle la cama.

—pensé que no te agradaría la idea de dormir en la misma cama —admitió un poco sorprendido

—no me gustaría verte dormir en el piso, por mi culpa.

—¿Quién dijo que yo dormiría en el piso? —levantó la ceja

—yo, no lo sé —me encogí de hombros—solamente lo supuse.

—Claro.

Cerré mis ojos intentando conciliar el sueño, algo que por cierto se me hacia imposible y no por el hecho de tener a Peter Pan a mis espaldas, no la cosa era que estaba ansiosa por saber que había hecho para acabar aquí.

Cuando noté que Peter se había dormido, sali de la cabaña con cuidado y me escabullí en el bosque, teniendo que evitar a los niños perdidos que custodiaban el campamento.

—¿Y ahora como encontraré a Tinker Bell? —me pregunté mirando hacia todos lados

—quizás yo pueda ayudarte—salté en mi lugar al escuchar una voz masculina a mis espaldas, me giré con lentitud.

—¡Félix! Casi me matas del susto—solté todo el aire retenido, por un momento creí que había sido Pan.

—lo siento, no pretendía asustarte—se encogió de hombros—¿Quieres que te lleve con Tinker?

—¡Por favor!

Caminamos por un sendero a nuestra derecha y tras pasar varios árboles de distintos especies, llegamos a un pequeño valle donde había un gran pino y en las primeras ramas se erguía una pequeña casita.

Di los primeros pasos para avanzar y fue cuando sentí mucho dolor, lancé un grito al tiempo que caía de rodillas. Sentía que mi espalda quemaba horrores, por un minuto pensé en mis alas y eso hizo que las lágrimas contenidas salieran manchando mis mejillas.

—¡Margot!—el rubio se tiró a mi lado y me contuvo —¿Qué tienes?

—mi... mi...-la vista comenzó a fallarme, solo veía borroso, hasta el punto en que sentí como me desvanecía.

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Peter

Empecé a oír gritos que provenían del campamento, reconocí que era Félix y fue suficiente para que me apareciera frente a él.

𝕻𝖊𝖙𝖊𝖗 𝕻𝖆𝖓 𝖞 𝖊𝖑 𝕳𝖆𝖉𝖆 𝕻𝖊𝖗𝖉𝖎𝖉𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora