Capítulo único

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Caminando a paso lento, Catra observaba cómo las cálidas luces que atravesaban las ventanas en las casas del centro de la ciudad abrazaban la fría noche de invierno, aquella que no permitía a nadie salir con ropas ligeras. De repente su abrigo no era suficiente para mantenerla caliente, ni el aroma proveniente de restaurantes al rededor y la imagen de personas sonriendo disfrutando citas perfectas. Soltó un suspiro.

¿De qué servía obsesionarse observando las sonrisas en sus rostros al hablar con la persona que se sentaba al otro lado de la mesa?, no podía vivir las realidades de otras personas. Presenciar algo bonito desde afuera no se sentía igual de bien que ser la protagonista de la escena.

Hojas secas acariciaban sus pies al ser movidas por el viento. Se empezó a alejar un poco de las calles pobladas con personas y ruido que la aturdian, cruzando en esquinas hasta llegar a una parte de la ciudad con menos... de todo.

Necesitaba algo que la distrajera, sin embargo, fue al lugar que más torturaría a su mente.

Árboles se alzaban ante ella paralelos a un muro que terminaba en una esquina, cruzando en una calle que se atrevía a llamar hermosa por sus luces, flora, y por el puente que terminaba el camino, muy pequeño para que pasaran varias personas a la vez.

Aún así, pequeño e insignificante, guardaba tantas memorias que dolía de observar.

Escalofríos recorrieron su cuerpo al acercarse. El lugar estaba casi desierto, y lo único que escuchaba era el danzar de los árboles al ritmo de sus latidos. Posó una mano sobre el barandal.

"—¡Adora, espera! —gritó Catra entre risas tratando de correr lo suficientemente rápido como para alcanzar a la rubia.

—¡Uh-uh! ¡No me atraparás! —Adora sonaba igual de agitada, pero ninguna parecía dispuesta a ceder.

Mientras Catra intentaba no rendirse ante el cansancio en sus piernas, el mundo a su alrededor era tan borroso como un recuerdo de hace años. La adrenalina y felicidad la abrumaban de una manera que nunca había sentido antes, y le gustaba.

—¡¿Cuánto quieres apostar a que no duras ni treinta segundos!?

No sabía si era la emoción o el hecho de que estaba en compañía de ella, pero se sentía libre, corriendo sin importarle a donde iban, sólo concentrándose en ese momento.

Pronto llegaron a un lugar que no conocían, pero ninguna prestó atención a eso, aún concentradas en su pequeño juego. Sin poder soportar más la tensión en sus piernas, Adora aligeró el paso hasta detenerse, y Catra tuvo oportunidad de lanzarse sobre ella torpemente, poniendo los brazos a su alrededor. Ambas rieron, y Adora no intentó alejarse. Catra tampoco.

—¡Te tengo!

Una vez quietas, ambas notaron lo rápido que latían sus corazones por la carrera. Sus sonrisas seguían intactas en sus rostros, sus ojos fijos sobre el de la otra.

Adora apartó la vista por unos segundos con la excusa de revisar sus alrededores, observando el puente bajo sus pies que no tenía más ninguno propósito que decorar—. ¿Dónde estamos?

Catra no dejó de verla, brazos aún sosteniéndola, queriendo acercarse un poco más pero con miedo de hacerlo—. No lo sé. ¿Importa?

Sin poder evitar su mirada más, Adora volteó—. Supongo que no.

El silencio del lugar les permitía escuchar sus pensamientos confundidos yendo a mil por hora mientras involuntariamente acercaban sus rostros al de la otra tan lento que no se notaba.

Lookalike [Catradora one-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora