Bonus: Comfort Crowd

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Pero si tanto necesitaba un reemplazo, ¿por qué no se lo permitía?

La oscuridad nunca había aterrorizado a Catra, al menos no tanto como el pensamiento de estar sola. Llegar al dormitorio y encontrarlo vacío fue como si alguien le hubiera dado paso libre a sus demonios para salir a jugar, pues no pudo siquiera cerrar la puerta detrás suyo cuando las lágrimas que creyó haber secado volvieron a aparecer para molestarla; sin embargo, no tenía manera de que pararan. No podía seguir intentándolo.

Con la espalda contra la puerta, luchando por secar sus ojos, las palabras de Adora y los recuerdos de ese momento volvieron a su mente uno tras otro sin dejarla descansar. Un repentino dolor se apoderó de su pecho y no supo cómo detenerlo, un millón de cuchillas queriendo que su corazón se detuviera. Pronto no pudo seguir de pie pero tampoco tuvo la fuerza para caminar hasta su cama. El suelo bajo sus pies la recibió mientras ella se encongía sobre él, lágrimas mojando sus rodillas.

La absoluta calma de la noche contrastaba tremendamente su mente, su respiración, su todo. Sabía que debía hacer algo, tal vez llamar a Scorpia para que ella la ayudara como solía hacerlo, o siquiera encender las luces del lugar y beber un vaso de agua, pero no conseguía moverse. Sus manos estaban temblorosas, pies pegados contra el suelo, la fría madera sintiéndose más estabilizante en ese momento que cualquier otra cosa.

Abrumada por el silencio absoluto, dejó que los sollozos que estaba reteniendo escaparan como no se lo había permitido antes. Aunque nadie la escucharía, nadie le reclamaría, castigó a su mente haciéndose imaginar que así sería. Un viejo y terrible hábito suyo: lastimarse más de lo que otros lo hacían para sentir una falsa sensación de control.

Pero repentinamente sólo empezó a frustrarse consigo misma, pues ella sabía por qué estaba así y cómo mejorarlo. Tomó su celular y marcó antes de poder arrepentirse, esperando que su acto de impulsividad valiera la pena. Al marcar, su agitada respiración se mezclaba con los irritantes sonidos de espera que torturaban a su mente y su paciencia. Todo habría sido por nada si no contestaba antes de que decidiera cortar.

Pero no llamó a la chica de pinzas rojas que siempre estaba ahí para ella, pues sabía que esta vez no podría hacer nada. Sabía que necesitaba a alguien más.

—¿Sí, hola?

La voz de Adora sonaba como una caricia al otro lado de la línea, su tono suave y respiración calmada, totalmente ignorante a lo que sucedía. Era todo lo contrario a Catra, quien se estaba arrepintiendo de haber llamado, esa presión en su pecho volviendo a aparecer.

—Adora...

Fue como si su voz se hubiese quedado atorada en su pecho, ahogada por las lágrimas que se rehusaba a dejar salir. Quería decir algo más, pero no sabía qué. Temía que todo lo que dijera sonara estúpido.

La línea estuvo en silencio por un segundo.

—¿Catra?

Ella sostuvo el teléfono con manos que amenazaban con soltarlo, su respiración agitándose más al segundo mientras sentía la humedad en sus ojeras y se preguntaba si había sido una buena idea. A pesar de haber hablado con ella hace unos pocos minutos, escuchar su voz le trajo una mezcla bizarra de tranquilidad y nervios. Tenía ganas de vomitar. Tomó aire para hablar.

—Escucha... sé que no estamos en los mejores términos, pero... me preguntaba si podíamos hablar. —Su voz estaba llena de duda. No dio tiempo a escuchar una respuesta—. ¿Sabes qué? Perdón, no debí llamar.

Pero Adora fue más rápida en responder, preocupación en su voz que la felina decidió ignorar—. Catra, ¿qué sucede, cariño?

Contuvo un llanto al escuchar el apodo.

Lookalike [Catradora one-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora