Parte IV

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Él ambiente era pesado.

Solo una respiración acelerada se escucha en aquel recóndito lugar de la gran y abandonada basé de Hydra. La tensión del momento casi podía llegar a ser visible.

Un paso, y el castaño levanta su mirada. Los brazaletes acabaron con su función ante el último pitido.

—Tony... ¿Que ocurre cariño?

No responde, cierra sus ojos con fuerzas, sus manos hechas puños. Y de todo ese silencio, una risa sarcástica, abandona los labios de uno de los presentes.

—Oh capitán. Debería cubrirse.

El rubio no tiene tiempo de responder, cuando de uj momento a otro, una gran niebla fría y repentina lo manda a volar y estrellarse contra la pared más cercana.

Se encuentra mareado, perdido. Pero se preocupa por Tony.

Aquel campo de fuerza había desaparecido, dejando la libertad a ambos individuos.

—¡Tony, Tony!

La niebla se dispersa, el se levanta casi de golpe, llevandose la más fuerte impresión.

No querido... Mejor, llámame, Cold.

— Que comience la fiesta, señores, yo. Me retiró, suerte, cap.

Burla, el hombre que los había encerrado, y pronto, ya no se escucha el pequeño sonido de los altavoces.

Pero eso no interesa, algo mucho peor lo tiene anonadado.

Cabellos blancos, en todo su esplendor. La piel tan pálido como una porcelana, el fuerte color blanquecino de sus ojos, y bueno. No había que pasar por alto, el cómo de aquellas manos, un leve vapor frío las cubria.

—¿Sorpendido? O... Lo estarás mucho más, cuando pueda clavar una jodida daga de hielo en tu corazón.

Ese no era su Tony, no podía serlo. Pero no tiene tiempo para pensar en algo más. Tiene que cubrirse con su escudó cuando es atacado.

—¿Miedo del hielo, capitán? Pero si ya debería estar acostumbrado... Además. ¿Que mejor que volver a despertar tantos años después, en el futuro? No sería la primera vez. ¿Acaso no le gustó ver la muerte de la persona que alguna vez amo? Yo aseguraría que si... Digo. Primero fue Peggy... Y luego, bueno, casi fui yo. ¿Alguna especie de extraño fetiche?

Sarcasmo, en su más plena expresión. La sonrisa socarrona de aquellos pálidos labios le hacen estremecer. Aparta el escudo el cuál está cubierto en una dura capa de hielo.

—Stark... Vamos, se que estás allí... No hagas esto.

Pide, da un paso al frente. Pero, aquel hombre que alguna vez amo, gruñe. Con molestia, rabia. Y no duda en atacar de lejos, cubre en una hermosa capa de hielo las piernas del rubio.

¡Piedad! ¿Estás pidiendo piedad? Cold no te dará ninguna piedad. No cuando casi lo asesinas. No lo permitiré, capitán. Tú, sufrirás, y le encargaré que sea tan jodidamente doloroso, que desearas no haberte convertido en un maldito soldado.   Rogaras tu muerte, y no te la daré. Te volveré tan sensible ante todos los cortes que harán mis dagas, vivirás cada una ellos.

Fue acercándose al gran cuerpo del rubio, en su mano, una daga de hielo que deseaba por ver llena de la sangre ajena. Y cuando está cerca, la apoya sobre su pecho, llevándola hasta la zona donde se encontraba su corazón.

Hace presión, logrando rasgar el traje, y se estremece, sus ojos se abren de par en par cuando el frío toca su piel.

—Por favor Tony... No hagas esto... Se que estás allí, vuelve.

Otra sarcástica risa, y abre una pequeña herida.

—Quiero que vivas, mi mismo dolor, le encargaré de ello.

Y cuando estuvo a punto de clavar por completo la daga, el cuerpo de Stark cae al suelo, inconsciente. De la nada, Visión había hecho acto de presencia, inyectado en el cuello del peliblanco alguna sustancia blanquecina.

Todos llegan en el momento que el androide toma en brazos al multimillonario, bajo la atenta mirada de todos, algunos estupefactos, otros preocupados.

—La misión a finalizado, vuelvan la a base.

La voz de Fury hace acto de presencia en los comunicadores de todos.

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⏰ Última actualización: Jan 12, 2020 ⏰

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