Capítulo Único

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A lo largo de su vida, pocas cosas habían hecho reflexionar a Erik Lehnsherr como lo hacía la muerte.

En su infancia, la pérdida de su madre durante su estadía en los campos de concentración no conforme con dejarle el vacio más grande que sentiría en toda su vida, le había brindado la percepción de que el mundo además de ser un lugar oscuro e injusto, estaba en su contra. El odio y dolor que había acumulado tras ese evento le había marcado de formas que hasta cierto punto había creído irreparables.

Durante su adolescencia, la muerte de Sebastian Shaw, el hombre que le había acogido al terminar la guerra y que prácticamente lo había criado gran parte de su vida, cuidando de él, dándole un lugar donde vivir y que además de no dejarle morir de inanición, le había pagado sus estudios por no mencionar la herencia que había dejado en su nombre, le había dejado un sabor amargo tras su partida. Desde la muerte de su madre, Sebastian Shaw, había pasado a ser lo más parecido a una familia que tenía y pesé al resentimiento que no dejaba de sentir la mayor parte del tiempo, se sentía agradecido con él.

La muerte de Raven, su primer y por ese entonces única amiga que había hecho durante su estancia en la Universidad, le había hecho considerar a la gente que le rodeaba de diferente manera. Ella nunca lo sabría (pues desafortunadamente Erik a esas alturas aún no era capaz de decir con palabras lo que sentía por otros) pero, de no ser por la amistad que habían forjado, quizá no habría podido tener ninguna relación significativa después. Nadie le había enseñado el significado de lealtad como ella y aunque le costaba mucho trabajo abrirse a los demás y confiar, era algo que ella le había demostrado podía sentir por otros.

Así que ahora estar en aquel lugar, rodeado por coronas de flores, con el olor a incienso penetrando en sus fosas nasales, sentado en una de las sillas que quedaban justo frente al féretro en el centro de la habitación, con un café frío que le había resultado imposible de tomar, en conjunto con la iluminación brindada por el tenue fulgor de las velas y con la pequeña mano de su hija apretada a la suya, recordar su pasado le hizo llorar.

Él, que creía haber aprendido a la mala a no llorar, a no mostrarse débil ante los demás, en ese preciso instante no podía dejar de hacerlo. Porque estar en aquel funeral, no sólo le había hecho recordar a aquellas personas significativas en su vida que había perdido sino que no le dejaba pensar en otra cosa que no fuera Charles, su Charles. Porque lo último que se habían dicho aquel día, los había hecho pelear. Y aquella perdida hasta ahora, era la más grande que había sentido. Las cosas a partir de ese momento, cambiarían. Definitivamente cambiarían.

Porque, quien diría que después del terrible matrimonio que vivió con Magda, cuya única cosa buena que le había dejado era su pequeña Wanda, podría volver a enamorarse y sobre todo de él. Precisamente de él.

Se habían conocido durante su época de estudiantes por las mismas fechas en las que había conocido a Raven. A ambos los consideraban dos mentes brillantes pero con caracteres tan distintos, completos opuestos como el día y la noche, el frío y el calor o su comparación favorita, la calma y el caos. Jamás hubiera creído que podrían llegar a tener algo, si bien durante su vida universitaria se habían hecho cercanos casi amigos a causa de Raven, Erik en su vida había mostrado interés alguno por alguien de su mismo sexo, de hecho, nunca se había planteado la posibilidad y Charles por otro lado, que era demasiado coqueto por naturaleza y a quien siempre veía rodeado de chicas, jamás se le hubiera ocurrido que pudiera tener alguna predilección por los hombres.

Sin embargo, la vida era demasiado caprichosa con él. De por sí ya se consideraba una persona incompetente en cuanto a sentimientos, le era difícil determinar exactamente que sentía por alguien cuando sentía algo parecido al cariño, cuando apreciaba a otra persona y le costaba demasiado ser cálido pero, se esforzaba. De cualquier forma sus buenos modales, cubrían buena parte de aquella falla.

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