-II-

54 4 0
                                    

Acostado boca arriba mirando el techo blanco sin camisa ni pantalones tan solo su bóxer, el dormir con ropa nunca de su agrado fue. La libertad de moverse por su futón y no asfixiarse con la ropa no importará que tipo de pijama usase, mameluco de did pieza o una sola, siempre terminaba en bóxer solo en invierno se llegaba a poner la prenda inferior o superior nada más en aquellos climas fríos, el tiempo pasaba las manecillas de su reloj constantes y fuerte resonaba por la habitación tik, tok, tick... El sonido repitiéndose una y otra y otra vez, había olvidado que su día libre es... Tal vez la primera después de tantos años sabrá el, nunca se olvidaría de un día que le atormentase el sepulcral silencio y la falta de quehacer encerrado en el cuarto del departamento que rentaba y pagaba cada bimestre puntual y la cantidad exacta sin más ni menos, algunos podían considerarlo un maniático compulsivo al trabajo.

¿Qué carajos haré hoy?
¿Antes eh tenido días libres?
¿Estaré dramatizando?
Es anormal que me den un día libre...
A menos que esa renacuaja se los haya pedido...

-Mi linda y hermosa Pucca, espero y que no hayas sido vos la que les ha dicho a los chefs en darme un descanso.

Tiempo atrás decidió a ir a su trabajo despierto y listo para otro día con la misma mierda... Bueno no tan así para excederse y usar aquella palabra anti sonante, escucha la puerta ser golpeada dos, tres veces «Ah de ser Soso...» La forma en ser golpeada la puerta calmada y suave, Pucca alegre y risueña golpea más fuerte pero suaves, Ching dos toques rápidos, Abyo bueno literalmente tenía que estar al tanto de que no rompiera su puerta con una de sus "Geniales patadas." «Más bien ridícula, esas patadas no tienen firmeza ni fuerza solo atonta a uno porque sorprende.» sabía diferenciar sus amigos a un vendedor deambulante, al paso del tiempo había aprendido aquello.

- ¡Ya voy! - Gritó con pereza no tenía ganas de levantarse a pesar de que su mente decía trabaja y su cuerpo decía lo contrario. - ¡Solo déjame ponerme ropa! - Otra vez gritó el rubio. - ¡Carajo!, ¡¿Por qué diablos deje la escoba aquí?!

Ruidos dentro del hogar se escuchaban y uno que otra maldición que escapaba de los labios del dueño de aquella habitación, un pantalón suelto y una camisa de tirantes blanca lo primero que vio y lo primero que se puso se miró al espejo que yacía en la esquina de su habitación, su cuerpo entrenado se encontraba masa muscular poseía más lo ocultaba a los demás, menos aquel budista quien descubrió sus cicatrices y heridas tiempo atrás tras conocerse ambos. Suspiro y rasco su nuca «Las cicatrices cierran al paso del tiempo las la del alma jamás se cura.» se recordaba cada vez que veía aquellas cicatrices en su cuerpo esparcido unas diminutas para nada visible y otras visibles.

-Tanto juntarme con Soso lo filosófico me pegó he... - Sonrío tras su murmurar.

De inmediato fue a darle paso a su invitado a entrar a su humilde morada, quitando sus zapatos y dejándolos en la entrada acomodados a lado de los otros pertenecientes del dueño.

-Disculpa el desorden, no esperaba visitas.
-No es de sorprender fue de sorpresa que te dieran un día libre.
-Si... Literalmente no tomo estos días que vosotros toman de descanso, mi mente dice que trabaje y mi cuerpo quiere descansar que gran ironía y contradicción en mi opinión.
- ¿Todavía no recuerdas tu pasado?

Curiosidad en su mirar, cerrando la puerta de tras mirando a su contrario negando la cabra "No para nada, solo mi mente por alguna razón no acepta esta festividad... ¡Y lo peor del caso nunca me di la molestia de investigar de qué es la festividad!" Se dejó caer en su futón, para de nuevo levantarse y recoger todo el desastre de su casa deprisa para sentar a su invitado, guardo, limpio y ordeno ahora pulcro el lugar se encontraba.

A scarlet autumn, full of silence and torment. [Cancelada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora