Sombras

832 147 40
                                    

Advertencias: Mención de abuso a menores.

Capítulo 4: Sombras

Cuando Angel abrió los ojos la luz del sol ya entraba por la ventana. Después del apretón de manos, Angel había caído en la inconsciencia. No había rastro alguno del demonio Alastor en el lugar. Aun le era difícil creer que la invocación había funcionado, que había un demonio dispuesto a matar a quien sea por... Su alma. Ciertamente, Angel no se preocupaba por esa parte, hace mucho que se la habían arrebatado, figurativamente. Dársela a alguien de una manera más real por venganza era aceptable.

Dejando de lado aquellos pensamientos, Angel se levantó de la cama para preparase ese día. Ya había perdido el tiempo suficiente para llegar hasta la segunda clase, con suerte no se encontraría con nadie de su familia. Bajando hacía la cocina se encontró con la casa desierta. Preparó algo rápido para poder irse lo antes posible, por si su hermano o padre decidían aparecer antes de tiempo en casa de nuevo.

Antes de que Angel diera la última mordida a su pan tostado, la puerta principal fue abierta. Varias voces se filtraron desde la sala. Angel las reconoció como las de su padre, su hermano y amigos/socios del primero.

Angel pensó rápido en sus opciones de escape. La puerta de la cocina daba al patio de atrás, pero antes tenía que pasar frente a la entrada de la misma, si no lo hacía rápido podrían verlo. Salir por la ventana sería más ruidoso. Después de unos segundos, decidió que lo mejor era salir por la puerta, tomó sus cosas y caminó lo más rápido que pudo haciendo el mínimo de ruido con sus tacones. Había pasado la entrada de la cocina con éxito y cuando estaba por abrir la puerta una voz lo llamó.

―Martin, bebé, ¿a dónde vas con tanta prisa sin saludar? ―La mano de Angel se quedó estática en la manija, de pronto, el aire no llegaba a sus pulmones. Volteó lentamente para encontrarse con la blanca sonrisa del hombre, de la cual resaltaba un diente de oro.

―Umh, hola, Val... ―El hombre se acercó lentamente al rubio. Angel tuvo el instinto de retroceder cuando el más alto levantó la mano para tocarlo. No lo hizo, aunque sentir el toque del otro le causaba asco.

―Hace mucho que no pasamos tiempo juntos, pastelito ―Angel odiaba ese apodo.

―He estado ocupado, ya sabes.

―Sí, algo así menciono tu padre ―el agarré en su barbilla se volvió más fuerte, causándole dolor al rubio―. Pero me he asegurado que esta noche podremos vernos ―Valentino acercó su boca al oído de Angel―. Sin ningún tipo de problema, o resistencia.

Angel sintió la uñas del otro encajarse en su carne. ―Lo entiendo, Val. Esta noche.

―Así me gusta, pastelito, será divertido ―Valentino soltó el rostro de Angel y se alejó―. Ahora vete a perder el tiempo en la universidad, todos sabemos que sólo sirves para una cosa, bebé.

Angel no dudo en salir de la casa cuando fue liberado. El miedo era detectable en su rostro, mientras sus manos temblaban y tomaban la correa de su maleta con fuerza. Angel corrió lo más lejos del lugar, cuando estuvo a una distancia considerable se detuvo y tomó grandes respiraciones.

Los encuentros con Valentino siempre le causaron terror. Desde pequeño era así, pero ahora era peor. Después de todo lo que paso. Val era un hombre retorcido y malvado, era socio de su padre desde antes de que él pudiera tan si quiera hablar. Valentino siempre mostró cierto interés por Angel y Molly, razón por la cual su madre los mantenía ocultos del hombre cada que visitaba la casa de los Ragno. La madre de Angel discutía día y noche con Henroin por mantener contactos con un hombre como él, pero su padre veía más importante el dinero que sacaba de la relación que las quejas de su esposa.

Pero el día que su madre no estuvo más para protegerlo fue que todo empezó. Su padre había decidido que era hora de que Angel empezara a relacionarse en el trabajo familiar y aquello le abrió la oportunidad a Valentino de acercarse. Miradas, toques, sonrisas que Angel odiaba. Poco a poco aprendió a ignorarlas. El hombre no podía poner una mano sobre Angel aunque quisiera, o eso creía el rubio hasta el fatídico día que su padre descubrió que era gay.

El rubio había sido descubierto por su hermano mientras besaba a otro niño a los trece años. No importaron las suplicas de Angel, su hermano corrió a contarle todo al padre de ambos. El caos se desató, Angel recibió una de las primeras peores palizas de su vida. Claro que pensó que eso se quedaría allí, estuvo a punto de morir por la golpiza.

Pero lo peor apenas estaba empezando, unas noches después, siendo arrastrado a la fuerza, Angel se encontró en una casa que no conocía. Cuando llegó dentro se encontró con Valentino. La pesadilla dio inicio. El sólo recordar cómo había sido esa primera noche le revolvió el estómago.

Angel sacudió la cabeza para despejar su mente. No era necesario recordar todo aquello. No en ese momento.

Caminó por los pasillos de la universidad en dirección a su segunda clase cuando por el rabillo del ojo notó algo extraño. Volteando hacía su izquierda se encontró con una extraña sombra en la pared. El pasillo se encontraba desierto y la sombra se parecía al demonio de la noche anterior.

―¿Alastor? ―La sombra no contestó, pero pudo ver como se formaba una boca que sonreía en su dirección y movía las orejas en respuesta―. ¿Qué haces aquí?

La sombra se empezó a mover, indicándole que la siguiera. Angel miró a su alrededor una vez más antes de seguir a la sombra en forma de demonio. Con cada paso, Angel sentía que más solitario se volvía su alrededor. No sólo era que no había personas en los pasillos, también era la sensación de que sólo él estaba allí.

La sombra se detuvo frente a una puerta roja. Angel no la recordaba, había recorrido las instalaciones cientos de veces y esa puerta era nueva. La sombra le indicó que entrara y sin esperarlo se deslizó por la abertura bajo la puerta.

Con duda, el rubio tomó y giró la perilla. La oscuridad lo absorbió cuando entró a la habitación. Sin aviso, la puerta se cerró de golpe tras de él, causando que Angel diera un pequeño brinco ante el susto.

―Querido, te esperábamos ―escuchó la misma voz de radio. De pronto, una luz se encendió en el centro de la habitación. Una gran vela roja ardía e iluminaba el lugar, dejándolo ver al demonio escarlata parado a un lado de una gran mesa. Sobre esta había algo cubierto por una sábana negra.

―Alastor, esperaba verte en mi habitación hoy cuando desperté.

―Bueno, querido Angel, si me hubiera quedado la sorpresa de hoy no estaría lista a tiempo ―el demonio de la radio entrecerró los ojos mientras la sonrisa se quedaba intacta en su rostro.

―¿Sorpresa?

―Claro, observa ―dijo el demonio y con una mano quitó la tela que cubría la cosa que estaba sobre la mesa.

Los ojos de Angel se abrieron con sorpresa cuando vislumbro el rostro lleno de pánico de su abusador número uno en la universidad. Se encontraba totalmente desnudo y amarrado en la mesa.

―Ahora, ¿qué es lo que te gustaría hacer, Angel? ―Alastor estiró su mano hacía Angel, el mango del cuchillo listo para ser tomado entre sus manos.

______________________________

¡Cuarto capitulo!

Espero haya sido de su agrado y esperen actu mañana.~
Gracias por sus comentarios, me dan muchos ánimos para seguir esta historia.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 15, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

DemoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora