Esta novelista, considerada una de las figuras más destacadas del modernismo anglosajón y cuyos escritos se convirtieron en un referente del movimiento feminista, tuvo una vida de altibajos. Sufría un trastorno bipolar que la hacía creer con mucha seguridad situaciones irreales, tuvo episodios por su trastorno por la que muchos la llamaron loca.
Era de trato difícil, intentó suicidarse una vez, no tuvo éxito, pero a los 59 años de edad lo intentó de nuevo, esa vez sí lo consiguió.
Lo que pocos conocen es que era una aventurera, tal vez su trastorno la hacía ver el mundo diferente. Antes de casarse, cuando aún se llamaba Virginia Stephen fue parte de un suceso controversial, junto con su hermano Adrian, eran parte de un círculo de intelectuales de la alta sociedad británica conocido como el grupo de Bloomsbury.
De sus integrantes, Horace de Vere Cole era un temerario que le gustaban los engaños. En vista de que quería entrar en la Royal Navy y que le enseñaran su buque insignia, el HMS Dreadnought, ideó un plan para conseguirlo del que Virginia no dudó en participar. Todos se disfrazaron de príncipes etíopes, se cortaron el cabello y se pusieron betún para simular el color de su piel. Se pusieron turbante, trajes tradicionales y barbas tupidas.
Prepararon el engaño por días. Un amigo del grupo hizo llegar un telegrama a nombre del Charles Hardinge, un diplomático y político británico, para informar al Ministerio de Asuntos Exteriores que el Príncipe Malaken de Abisinia y su corte llegarían a Weymouth para ver el buque. En el mismo mensaje se "disculpaba" por la premura e informaba que llevarían a un "intérprete".
El Sr. Hardinge no sabría de ese telegrama hasta unos días después, dándoles tiempo para entrar al navío. El secretario del ministerio no dudó en recibirlos.
Se cree que Virginia y tres más de sus compañeros aprendieron los días anteriores a la visita algunas palabras en swahili, lengua africana, que mezclaron con griego. Los otros dos del grupo adoptaron papeles de nobles fingiendo ser intérpretes alemanes de los príncipes.
Los recibieron con alfombra roja y banda de música, incluso quedó para la historia una fotografía que más tarde sería la burla para la Armada. (A la izquierda se puede ver el perfil auténtico de Virginia Woolf).
Nadie se dio cuenta del engaño, hasta pidieron alfombras de oración para disimular y ofrecieron condecoraciones militares falsas. Inspeccionaron las instalaciones, exclamaban frases inventadas y a cada tanto decían "bunga bunga". Después de cuarenta minutos abandonaron el barco y volvieron a casa. Nadie supo nada hasta que ellos mismos se encargaron de enviar la fotografía al Daily Mirror, la noticia fue sensacionalista y se esparció a otros periódicos.
No hubo grandes consecuencias pues técnicamente no se quebró ninguna ley, pero la humillación afectó la imagen de la armada. Tiempo después el emperador real de Etiopía visitó Inglaterra y solicitó visitar las instalaciones, sin embargo, el almirante rechazó la posibilidad de visita para evitar situaciones vergonzosas.
Con el tiempo este hecho se conoció como uno de los primeros grandes engaños de la historia.
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La vida secreta de autores clásicos
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