Capitulo dos

87 4 2
                                    


Para Anastassia, la Selección no era un simple juego. Era su oportunidad de ser realmente feliz, su oportunidad de ser reina.

No la desperdiciaría.

Pasó sus últimos días estudiando a su competencia, las demás Seleccionadas, —sabía de ellas todo lo que era conocimiento público, nombre, edad, casta, familia, ocupación, etc. —y también se encargó de estudiar a la familia real. Gracias a su padre, que trabajaba codo a codo con la familia real, tenía cierta noción de los horarios de la reina y el rey y, más importante, el príncipe.

Y dos días después de trabajo, ella estaba vestida con el uniforme de las seleccionadas: pantalones negros, camisa blanca e hizo una corona con la flor representativa de su provincia —lirios—y decidió usar unos zapatos de tacón bajo hechos de charol negro.
Mientras se miraba de arriba abajo en el espejo de su habitación, un guardia tocó la puerta.

— ¿Señorita? Debemos irnos a la ceremonia, casi es hora.

Anastassia se dio una última mirada, salió de su habitación.

—Buenos días. —saludó a su familia, y a el personal de seguridad. — ¿Nos vamos?

Al salir a la puerta de su casa, la esperaba un montón de gente, aplaudiendo y gritando su nombre. Antes de avanzar, su madre le tocó el hombro.

—Son para ti. —su hermana le dio un precioso ramo de diferentes flores, con una sonrisa enorme.

—Gracias. —la joven abrazó a su madre, y luego a su hermana. Ambas habían sido su mayor soporte desde que su hermano se unió a su padre en el palacio. Anastassia sabía que dejarlas era el reto más difícil de la Selección. —Son preciosas.

— ¡Yo las elegí! —habló Lilianna, muy contenta.

—Tu gusto en flores es impecable, Lily.

—En flores, y en todo lo demás. —afirmó la pequeña, haciendo reír a su familia.

—Tienes razón.

Finalmente, se pusieron en marcha. A pesar de ver el auto esperándola, lo pasó de largo.

—Señorita, suba al auto. —pidió uno de los guardias. —Llegaremos antes a la ceremonia, y es más seguro.

Por el rabillo del ojo, pudo distinguir a un grupo de cámaras bastante cerca que grababan la conversación. Sonrió.

—Claro que no, —echó una mirada a el gentío. —ellos no son peligrosos.

Ignoró las llamadas de los guardias y caminó hacia la gente. Anastassia sabía que el apoyo de la gente era una parte importante de la competencia,  y no lo ganaría evadiéndolos.
En el camino hacia la plaza central, ella habló con adultos y niños, firmó numerosos autógrafos e incluso recibió aún más flores.

Cuando llegaron a la atestada plaza su sonrisa se agrandó aun más, daba la impresión de que toda la provincia de Carolina había acudido a despedirla.
Subió a la tarima en la que vio la masa de gente que la observaba.

Allí de pie, podía ver todas las caras de alegría de la gente —y algunas cuantas de molestia— mientras le lanzaban besos y gritaban su nombre.
El alcalde hizo un discurso lleno de cumplidos:
—¡… y Carolina animará a la bella hija de Grace y de Ackerley Blaze, Lady Anastassia Blaze!

La multitud aplaudió y me vitoreó. Algunos lanzaron flores. Anastassia se sentía genial saludando y sonriendo, se sentía como una verdadera reina.

—¡Damas y caballeros, despidamos como se merece a Anastassia Blaze,
nuestra hija de Illéa predilecta! —Jaleó el alcalde. Detrás de ella, una pequeña banda tocó el himno nacional. Más vítores, más flores. De pronto encontró al alcalde hablándole al oído.

—¿Querrías decir algo, querida?

—Ah, ¡no puedo! Estoy tan emocionada. Todos ellos son tan cálidos —Anastassia miró a la gente. —Me conmueve tanto, ¡casi no puedo decir palabra!

Hizo un falso gesto, enjuagándose los ojos.

—Por supuesto, pequeña —dijo él, cogiéndome las manos entre las suyas—.No te preocupes. Yo me ocuparé de todo.

El alcalde acabó su discurso. Y de pronto llegó el momento de decir adiós.

—Toda va a ser muy diferente ahora. — la voz de su hermana temblaba, mientras comenzaba a llorar. —Voy a extrañarte.

Lily se echó a abrazarla fuertemente, desconsolada.

— ¡Vas a olvidarme! ¡No quiero que me olvides!

—Jamás podría olvidarte. —Anastassia acaricio el cabello de su hermana. —Somos hermanas, ¿lo olvidas? Eres mi compañera de crimen. Mi mejor amiga. —besó la frente de su hermana. —Nada es más importante que nuestra familia.

— ¿Ni siquiera ser reina? —preguntó, secándose las lágrimas. La joven negó.

—Ni siquiera ser reina. —abrazó a su hermana una vez más, antes de centrarse en su madre. —Voy a extrañarte.

Grace abrazó fuertemente a su hija, suspirando.

—Se que quieres ser reina más que nada. —susurró, con la voz temblando. —Pero, por favor, tomate tiempo para conocer al príncipe, conocerlo de verdad. Tomate tiempo para aprender a amarlo, y que el te ame a ti.

—Lo prometo. —Grace no creía que Anastassia necesitara una corona para ser feliz, y ponía todas sus esperanzas en que ella y Maxon cayeran locamente enamorados.

—Y, por favor, intenta mantenerte a salvo. El palacio es un lugar peligroso, incluso con toda esa seguridad, ¿sí? Se cuidadosa y escucha a tu padre, y a tu hermano.

—Tendré cuidado, no te preocupes por eso. —abrazó a su madre una vez más.

— Reina o no, siempre serás uno de mis mayores orgullos. —Grace besó la frente de su hija, entre lagrimas. —Te quiero, jamás voy a dejarte sola.

Su madre, su hermana y ella se abrazaron una última vez, la emoción desbordando de sus ojos. Saludó a el alcalde, y luego a la masa de gente que gritaba su nombre.
Finalmente, entró al auto que la llevaría a el aeropuerto, y a su nueva vida.

The SelectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora